Obligaciones de una Reina

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Vanessa

— Jamás en toda mi vida volveré a tener sexo — Vanessa se cubrió el rostro con la almohada  desesperada porque solo quiere seguir durmiendo — ¿En qué momento creí que tener hijos era divertido? ¡¿Dios porque me hiciste así de caliente?! —

Una de las gemelas se asomó debajo de las sabanas con sus grandes ojos azules abiertos de par en par.

— ¿Mami yo también estoy caliente? —

Vanessa se quitó la almohada del rostro, y entrecerro los ojos para ver a su hija porqué el sueño la obliga dormirse en cualquier momento.

— No cariño, son tonterías de mami — Besó a su gordita en las mejillas y la recostó sobre la almohada — Duermete amor, a está hora los adultos solo dicen locuras —

Pero sin duda para Vanessa no hay sonido más horrible y estresante como el llanto de cinco bebés llorando a mitad de la noche, todos con sus rostros rojos y gritando al unísono.

Vanessa maldijo por lo bajo su mala suerte y se pasó las manos por el rostro tratando de alejar el sueño, porque el método más efectivo para levantarse a mitad de la noche es escuchar los llantos de recién nacidos, quizá use ese método para cuándo tenga cirugías de nuevo, pero aún así y con su mal humor, se levantó de la cama y caminó con los ojos cerrados hasta la cuna.

— ¡Mierda! — Gritó llena de coraje al golpear su pie con un condenado mueble, es lo malo de vivir en el palacio, hay tantas cosas en la habitación que puede golpearse con todo, abrió los ojos furiosa y su grito fue tan fuerte que hizo que Helena se levantará al momento y encendiera la lámpara de la mesilla de noche iluminando un poco la habitación.

— ¡Mierda!— Dijeron las gemelas al mismo tiempo, ambas con el cabello rubio despeinado porque sus rizos están por todos lados y se tallan los ojos para alejar el sueño, están casi dormidas, pero se levantaron de la cama por el gritó de su mamá.

—  Niñas no pueden repetir esas palabras, son malas, no le hagan caso a mami, ahorita está algo loca — Dijo mordiendo su labio para fingir el dolor de su pie —  Bonitas, vuelvan a dormir, no pasa nada —

Helena soltó un amplio bostezo.

— Mami me asustaste, creí que eras un monstruo como él de los cuentos de papá. Siente mi corazón, me va a dar un infarto como dicen los doctores ¿Así se sentirá estar enamorada? —  Helena se pasó las manos por el cabello y entrecerro los ojos adormilada mirando la oscuridad de la habitación con miedo — ¿Los bebés también extrañan a papá? Porqué yo también quiero llorar por él, mamá abrázame —

Vanessa se pasó las manos por el cabello al ver a todos llorando, aunque primero se acercó hasta la cuna y bajó la mirada para ver a esos bebés compitiendo por ver quién llora más fuerte, todos tiene el rostro rojo, Bella con las mejillas llenas de lágrimas y los pequeños batiendo sus manitas en el aire, enseñando sus rosadas encías al llorar.

— Creó que ellos no extrañan tanto a su papá, en este momento quieren más a su mamá — Le dijo a Helena y a las gemelas —  Sólo tienen mucha hambre —

Primero llevó a Bella hasta la cama con sus hermanas, después tomó a cada bebé y los recostó con ella en la cama, dejando que Helena le ayudé sus hermanas  mientras ella alimenta a los más pequeños, empezando por esos dos pequeños príncipes.

Vanessa recostó a los bebés entre sus brazos y soltó una carcajada al sentir su pequeña boquita sobre sus senos succionando para sacar leche.

— ¿Papá va a volver pronto? — Preguntó su adorable Anastasia poniéndose de pie para abrazarse a su pecho y recostar su cabecita en su cuello — ¿Y mis hermanos? Los extraño mucho ¿Ahora quién me dará mi lechita caliente? Papi se levantaba a medianoche para llevarme a la cocina porque en el palacio en la noche hay monstruos y yo quería conocerlos

Un Príncipe Americano [ Saga MEDICOS Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora