Lo siento mucho alteza, pero estoy muy caliente

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Vanessa

— ¡Dios Alexander! — Dijo Vanessa con la voz entrecortada por el orgasmo, apenas puede respirar y siente su pecho agitado, pero aún así se volteó para ver al hombre detrás de ella  — Ahora entiendo porqué tenías tantas amantes y estaban locas por ti, ay dios, vaya que si tenías ganas de tener sexo, ahora no podré caminar en una semana, gracias doctor Alex, su consulta ha sido existosa y muy satisfactoria ¿Cuánto va a ser? —

Alexander la fulminó con la mirada cómo sino entendiera que le está diciendo, inocente ingles.

— ¿Me estás diciendo que me vas a pagar por tener sexo? — Le preguntó con el rostro confundido — Pero no te estoy cobrando nada —

Vanessa soltó una carcajada y se alejó lo suficiente para que Alexander saliera de ella. Al momento sintió el vacío de esa parte que la hace tan feliz, pero sin detenerse se dio la media vuelta y tomó asiento en la orilla de la mesa de billar, esa qué tanto les sirvió para tener sexo porqué las camas fueron cruelmente ocupadas por sus bebés. Así que abrió sus piernas y jalo de las caderas a ese Inglés para que se metiera entre ellas, alzo sus brazos y se aferró a su cuello para besarlo.

— Si, eso mismo dije Alexander ¿Cuánto quieres cobrarme? — Dijo al besarlo en la comisura de los labios — Es por tu trabajo como prostituto, gigoló o cómo el doctor sexo —

Ese Inglés fruncio el ceño confundido, luce precioso con el cabello rubio despeinado, con la camisa abierta y los pantalones colgando de su cadera porque aún no esconde esa cosa qué tanto la hizo sentir placer, luce sonrojado, cansado y con algo de molestia porqué después del sexo parece ser un inocente que aún no entiende que le dijo prostituto

— ¿Me estas diciendo prostituto? — Preguntó con dolor en la voz — Eso es horrible, creo que ya se me quitaron las ganas de tener sexo de nuevo —

Alexander comenzó a acomodarse el pantalón con rapidez, pero lo tomó del brazo y detuvo sus movimiento para encerrarlo entre sus piernas

— Si, te dije eso — Dijo risueña — Lo que trato de decirte es que la próxima vez yo pago el motel y
los condones — Se recostó sobre la mesa de billar y subió su pie por el pecho de ese hombre — Ay Alex, follas cómo los mismos dioses ¿Quieres que usemos otro sabor de condones? Yo ya estoy lista de muevo —

Alexander inmediatamente se abalanzó sobre ella y la tomó de la barbilla para hacerla callar con un beso, después se retiró lentamente y negó con la cabeza.

— Aunque me muero de ganas no puedo, le prometí a las niñas que al amanecer estaría con ellas  — Ambos miraron hacía las ventanas de la sala de juegos, los primeros rayos de la mañana entran iluminando la habitación, eso quiere decir que tuvieron tanto sexo y fue tan caliente que olvidaron el tiempo y el lugar, sobretodo se olvidaron de regresar a su habitación y tuvieron horas de sexo sobre una mesa —¿Creés que los niños habrán escuchado algo? No quiero tenerlos más traumados—

Vanessa miró a ambos lados, en la sala de juegos no hay más que botellas de vino vacías, ropa regada por el suelo y las puertas firmemente cerradas, además se aseguró de no hacer mucho ruido porqué ya es una experta en tener sexo sin ser descubierta

— Yo creo que no, está vez si nos cuidamos demasiado — Alexander comenzó a acomodarle el babydoll, ella le  puso su camisa y ambos se acercaron hasta la puerta para abrirla lentamente —¿Ves que los niños siguen dormidos? — Cerró la puerta y se puso de puntillas para abrazarse a ese cuello masculino — ¿Podemos tener sexo de nuevo? ¿Si, Alexander?

— No — Dijo Alexander terminandose de abrochar la camisa pero con esa mirada pícara que tanto lo caracteriza — Por lo menos aquí no, ven, quiero enseñarte algo, estoy seguro que después de admirar esas grandes vistas, te encantará Escocia, de hecho está casa podría ser cómo nuestro motel personal —

Un Príncipe Americano [ Saga MEDICOS Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora