Alexander
A Alexander lo que más le gusta de ser el rey, no es la Corona, el poder o el dinero, sino las espléndidas fiestas de las que está acostumbrado desde que tiene memoria. Desde que era un simple bebé y su nana lo cuidaba igual que una madre, venía a estas fiesta en el palacio de buckingham, por eso jamas podria dejar de ser rey y mucho menos dejar de vivir en Buckingham, a Vanessa le gusta este lugar y no es que sean unos pervertidos que quieran tener sexo todo el tiempo, pero el palacio es como un motel gigante, un día sexo aquí y otro día sexo allá, eso es bastante divertido y más aun cuando tienen que esconderse de los sirvientes.
Esta mal acostumbrado, lo acepta, estos últimos días a estado todo el tiempo con Vanessa porque las hormonas del embarazo son asombrosas y porque ella es jodidamente sexy cuando esta embarazada. Es un maldito hombre con suerte y no puede negarlo, tiene todo lo que siempre quiso, no quería estar solo en el palacio y ahora va a llenarlo con seis niños. ¡Diablos! El primer mes del embarazo siempre es el más difícil porque Vanessa llora literalmente por todo, por si le habla bonito, sino le dice que esta bonita, sino la abraza, pero el segundo y el tercer mes siempre es más fácil, a excepción de las noches porque a esa hora siempre tiene hambre. Los bebes son lindos aunque lloren todo el tiempo.
Alexander levantó la vista y se fijó en ese par de ojos que tanto le gustan, en esas mejillas que le fascinan y en esos labios que tanto disfruta, por fin entendió porque los hombres dice que las latinas siempre se recuerdan. Jamás podría olvidar esa curvas, sus bailes, o su voz sensual cuando habla en otro idioma. Parece un esposo obsesivo, pero no puede dejar de verla, no lo dice porque sea su esposa, pero es la mujer más bella del lugar y esos hombre que están sentados a su alrededor lo saben.
Vanessa está completamente entretenida en una conversacion con algun político, porque al parecer su esposa es el alma de las fiestas. Alexander sonrió a ese par de damas a su lado que quieren hablarle, si tan solo las mujeres de la fiesta supieran que Vanessa odia que se vistan como ella, no lo haría. Vanessa siempre trata de usar ropa tan extraña que una reina jamás usaría, a veces se burla de ella cuando llega a Buckingham con los brazos llenos de bolsas, después de una tarde de compras con esa amiga loca en mercado de pulgas.
Alexander solo una pequeña carcajada que atrajo la mirada de Vanessa, pero es que no puede dejar de verla y recordar que debajo de ese hermoso vestido tiene puestos esos calzoncillos horribles que compró con su amiga. Alexander no mentía cuando dijo que era rara, porque esos calzoncillos que tanto le presumió y le modelo por toda la habitación dicen:
Hola guapo ¿enserio?
No puede dejar de burlarse de ella y cuando Vanessa se dio cuenta se puso más roja que un tomate y movió su cabello nerviosa, porque siempre le pasa eso cuando la mira así, como la mujer más sexy del lugar. Se ve tan adorable que Alexander bebió un poco de vino antes de ir por ella e irse de la fiesta, y tenerla para él solo toda la noche. Sin niños, sin gemelas, sin nadie que los moleste y por fin poder quitarle esos calzoncillos tan horribles de una vez, pero alguien jalo su pantalón debajo de la mesa.
— No le digas a mami que estoy aquí — Alexander tuvo que asomarse debajo de la mesa para ver a Helena sentada, con el cabello despeinado y su pijama de alguna caricatura rara que Vanessa les permite ver — Ella no me deja venir a estas fiestas, dice que son para adultos —
— Pues son para adultos y tu eres una niña, no deberias estar aqui — le sonrió a su hija — Me sobornaste con tres muñecas nuevas para que no estuvieras aquí, tienes que regresar a tu habitación —
Helena frunció el ceño y se pasó las manos por el cabello rubio para alejarlo de su rostro, es tan parecida a Vanessa que siempre hace ese mismo gesto en el rostro cuando algo no le gusta.
— ¿Puedes pedir una rebanada de pastel para mi? ¿Si, papi? — Helena se abrazo a sus piernas — Y me iré a la habitación, te lo prometo, pero te dejaré toda la noche con mamá si me compras un vestido nuevo, sino, le pediré a mi mami que duerma conmigo y no podrás jugar con la ovejita de mi mami —
Alexander entrecerro los ojos y su hija hizo lo mismo, es una pequeña tramposa, pero su hija sonrió maleficamente mostrando sus dientes de leche. Porque si quiere pasar toda la noche con Vanessa tendrá que comprarle su vestido o Helena dormirá con ellos, y eso no es nada agradable para su creciente deseo por estar entre las piernas de su esposa.
— Trato hecho, mañana tendrás tu vestido, pero no nos molestaras en toda la noche, tampoco llamarás a media noche para dormir con tu mamá ¿De acuerdo Helena? —
— ¿Mama sigue ahí? — Helena asomó su pequeña cabecita por la mesa — Quiero una rebanada de ese pastel y me iré —
Un mesero dejó un gran trozo de ese pastel que Helena no pudo dejar de ver y la nana llegó junto a ellos para llevarse a su hija hasta su habitación, se inclinó y la beso en la mejilla.
— No puedes molestarnos hasta la mañana siguiente — removió el cabello de Helena — Ese es el trato pequeña tramposa —
Alexander levantó la vista buscando a Vanessa por todo el lugar, tiene que tenerla ahora o su creciente erección sufrirá mucho, y cuando solo alcanzó a ver una parte de su vestido antes de que saliera por una de las puertas del palacio, salió corriendo detrás de ella. Oh si, ahora que sabe que ningún niño los molestará, será su noche, quizá prueben una posición diferente o algo nuevo.
— ¿Donde estás Vane? — preguntó sarcástico al buscarla por el pasillo — ¿Esconderte es parte del juego? Porque es realmente excitante —
Pero nadie contesto y cuando la busco por todo el palacio no la encontró, si este es un juego sexual, pues se escondió muy bien para hacerlo sufrir. Cuando llegó a la habitación, supo que estaba aquí al ver sus zapatillas regadas por el suelo. Alexander se mordió el labio deseoso y se quitó el saco para comenzar a desabrochar su camisa, ojalá Vanessa esté en el baño cambiando esos horribles calzoncillos o el los romperá con desesperación. Así que le a quedado claro que los beneficios de tener un bebé, es que el sexo es condenadamente bueno.
— Te encontré. ¡No te vas a escapar de mi esta noche Vanessa! ¿Todavía tienes esos calzoncillos? Son realmente sexys — Alexander entró al baño con la intención de hacer suya a esa mujer que lo vuelve loco con una sola mirada, pero su erección bajo de inmediato al verla sentada en la esquina de la bañera con el rostro bajo y piernas temblorosas, parece demasiado triste y ella no es así — ¿Que pasa? ¿Porque te fuiste de la fiesta?, solo di algo, ¿No te gustó lo que dije? Lo siento mucho, Vane no tenemos que hacer nada sino quieres, sabes que puedes confiar en mi
Pero Vanessa negó con la cabeza y se arrojó sobre su pecho cuando tomó asiento a su lado, la escucha llorar desconsoladamente. ¿La harian sentir mal en la fiesta? ¡Demonios tiene que saber que le pasa! La tomó de la barbilla y la obligo a mirarlo, tiene el rostro tan rojo, los ojos llorosos y se muerde el labio para no llorar.
— Nadie se llamará Adele y mucho mejos Ana Bolena, Alex, ese era un nombre horrible — Alexander la miró confundido y fruncio el ceño, pero cuando Vanessa subio poco a poco su vestido y abrio sus piernas, pudo ver la razon de sus nervios y de su malestar, su entrepierna esta llena de sangre y soltó un quejido lloroso — Creo que perdí el bebé —
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Un Príncipe Americano [ Saga MEDICOS Parte 2]
RomanceHan pasado 3 años desde la última vez que el príncipe Alexander sintió su corazón latir por una mujer, es tan mujeriego que todas las mujeres de Inglaterra quieren tenerlo. Ahora está a unos meses de casarse, pero cuando la corona de Inglaterra cayó...