Tú fiel admirador: El Presidente

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Vanessa

— ¿Enserio tendremos tantos bebés o es una broma? — Vanessa soltó una carcajada al ver los ojos molestos de ese rey — Porqué si es una broma es de muy mal gusto y no me está haciendo nada de gracia —

Vanessa rodó el banco de la cocina antes de que esas manos masculinas pudieron tomarla, es lo bueno de la ropa de hospital, es tan cómoda qué puede moverse rápido, es como sino sintiera que está embarazada, aunque en realidad ya tiene un vientre que sobresale de la ropa y que al caminar se golpea levemente con la madera del banco, Vanessa sonrió divertida.

— En enserio Alexander, jamás podría mentir en algo así — Se tocó el pecho ofendida — ¿Creés que yo sería capaz de jugarte una broma tan pesada? —

Alexander se pasó las manos por el cabello llenó de desesperación, lo conoce demasiado bien como para decir que ese hombre está a punto de soltar su ira más molesto que nunca, pero es que lleva tratando de atraparla por todo el palacio desde hace más de diez minutos, apenas y ha rozado su mano, un simple toque de piel que la ayudó para correr más lejos no porqué odie estar con él, en realidad le encantaría que Alexander los acompañé toda la noche en la cama, qué la abracé y que esté con los niños, pero ese hombre vestido de fiesta, tan elegante como siempre, atractivo y listo para robar suspiros, no está persiguiendola por cualquier cosa, sino para obligarla a vestirse como una reina y llevarla a la fiesta del palacio a la fuerza.

— Tu serías capaz de matarme de un infarto. No puedo creerte porque yo no estuve contigo cuando él doctor te dijo la cantidad de hijos — Alexander la fulminó con la mirada — Eso no puede decir verdad, eso sería muy jodido —

— ¿Qué dijiste? — preguntó ahogándose de la risa.

— ¡Qué estamos jodidos! Es imposible que sean cuatro bebés, eso no es verdad, me resigno a creer que mi suerte es tan jodida, no me mal entiendas, no reniego de los niños, sino de todo lo que tengo que hacer, no duermo porqué cuido que ninguno se caiga de la cama, porqué Helena quiere ir al baño o porque Bella se puede ahogar con su vómito — Alexander la miró detalladamente — A mi me toca la peor parte, adoró a los niños, pero me paso las noches en vela y mírame, aquí estoy listo para salir a esa maldita fiesta  y tu también lo harás —

Alexander se movió rápido por la cocina y por poco la toma del brazo, pero se escondió detrás de un par de sirvientes que llevan las bandejas llenas de comida para esa hipócrita gente en la sala del rey, para esté momento tendría que estar lindamente vestida con esas joyas que deberían de decorar su cuello, con un vestido en lugar de ropa de hospital y con una Corona en lugar de tener el cabello suelto y verla así, tan desinteresada por la fiesta, preparando palomitas y esperando una pizza es lo que tiene tan enojado a su esposo.

— Vamos Alex, yo estuve todo el día en el hospital, si a ti te parece pesado no dormir, yo estuve en cirugía todo el día, tú estas cansado, yo tengo que cargar él peso de cuatro bebés y no soy tan llorona como tú — Vanessa sonrió ampliamente al ver a ese guapo rey enojado — Tú conoces a Bella, sabes que es muy enfermiza y que está noche no está en su mejor estado, tiene fiebre y no quiero que mi bebé empeore sólo porque tengo que ir a una fiesta — 

Alexander soltó un largo suspiró y sin avisarle se adelantó para tomarla de la cintura y acercarla a él, la cocina está llena de ese rico olor a palomitas de mantequilla y a papilla de manzana de las gemelas, pero nada es tan delicioso como él perfume de Alexander que hasta hace suspirar a las sirvientas, se aferró al cuello de su camisa y lo jalo hacia ella para robarle un beso a ese hombre enojado, de todos modos, ya sabe que por más enojado que Alexander esté los dos acordaron que uno debía quedarse si uno de los niños estaba enfermo y todo eso se soluciona con un par de besos.

Un Príncipe Americano [ Saga MEDICOS Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora