¿Papi te podemos maquillar?

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Alexander

Alexander miró por encima vez a sus hijas, están ahí corriendo entre las piernas de todos en el parlamento, casi tumbando a los sirvientes que dejan tazas de café y una copa de vino para él,  porqué sin el vino no podría resistir su trágico día como niñero. Trato de olvidarlas un momento y concentrarse en la cantidad de trabajo que tiene delante de él, pero fue imposible hacerlo al escuchar como sus gemelas hicieron que un sirvientes tumbada una bandeja al suelo.

Así que levantó la mirada y las miró, no le gusta regañarlas, pero es que por dios, esas niñas son hijas del mismo diablo.

— Niñas basta no puedes hacer esto, dejen de correr ahora mismo— Dijo Alexander en voz baja tratando de sonar enojado, aún más cuándo las vio muy cerca de la joya del rey — No pueden jugar con la Corona —

Sus gemelas pararon de jugar y abrieron sus grandes ojos azules, fingiendo que no han hecho nada gracias a esa sonrisas encantadora de las dos 

— Ya no estamos jugando papi — Su adorable Anastasia soltó una pequeña risita entre el miedo y la diversión — Lo siento papi, es que queríamos saber si tu corazón es igual de resiste a las muñecas de Helena —

Pero Aurora terminó de platicar sus maléficos planes.

— Si, arrojamos las muñecas del balcón y no les pasa nada, ni se les cae la cabeza — Su rubia se acercó hasta la corona y apenas con el toque de su manita hizo tambalear el cristal — ¿Si aceptamos tu corona crees que le pase algo?...Ay, perdón papi —

Alexander abrió los ojos horrorizado porque en cuando su hija dijo un perdón y todavía papi para que no la regañe, la corona cayó del cristal fue del cojín rojo donde reposan las antiguas joyas y cayó estrepitosamente sobre el suelo, rodando cerca de la puerta y casi tumbando a un viejo político que estaba por entrar.

Par de espermas endemoniados

— Lo sientimos muchos papi — Dijeron ese pae de rubias mientras están escondidas detrás de las cortinas de los ventanales como si fueran pequeños fantasmas — Pero ya descubrimos que no le pasó nada a tu Corona, si es resistente papi

Alexander rodó los ojos, se tomó todo el vino de un solo trago y se puso en pie para levantar su Corona, quizá ese par de niñas que sueltan un buu detrás de las cortinas para asustar a los políticos que fingen morirse de miedo, heredaron el mal humor de su mamá, porqué aparte de sus hijas, Vanessa fue la única personas que le arrojó su Corona al lodo.

Pero depsues de acomodar su Corona sobre el cojín y el mueble de cristal, se acercó hasta la nana que está de pie junto a la puerta del despacho y habló en voz baja que ninguna de sus hijas lo escuche.

— ¿Las niñas no pueden irse con su mamá? — Preguntó ansioso por quedarse solo — A la reina le encanta cuidarlas, no, mejor a mi suegra, esa mujer también es el demonio, así qué se llevará bien con las niñas —

— Lo siento majestad — Conteero la nana — Pero la reina me pidió estrictamente que usted cuidara de las niñas, textualmente dij9: "Deja que él rey se vuelva loco un rato"

Alexander soltó un suspiró y miró a todos a su alrededor, Vanessa no tiene ni idea de la cantidad de trabajo que tiene por  hacer y todo por su culpa, porque sino no hubiera retenido toda la mañana en una sesión de besos no estaría tan ocupado, pero después del trabajo y las charlas con políticos, tiene una importante cena en el parlamento y llevar a las niñas no está en sus planes.

Y a pesar de que tiene un ojo puesto en los documentos y el otro en sus hijas, no puede negar que esas niñas lo hacen reír, al igual que Bella que está sentada en el suelo mirando a la nada y las gemelas dormidas en su porta bebé, lo bueno es que cuándo Vanessa llegué para la cena por fin podrá llevarse a estos pequeños demonios.

Un Príncipe Americano [ Saga MEDICOS Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora