Capitulo especial. No confíes en el presidente.

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Vanessa

Sus gemelas son la muestra de la perfección.

En cuanto Vanessa pudo abrir sus ojos lo primero que vio fue los pequeños rostros de sus hijas. Sus gestos son dolosos, su blanca piel luce reluciente contrario a sus mejillas sonrojadas por el llanto, tiene los ojos cerrados mientras lloran desesperadamente buscando su desayuno que son los senos de su mamá y vestidas con sus pañaleros blancos parecen muñecas demoníacas.

Pero le quedo claro que un terrible dolor de cabeza y el lloriqueo de sus bebés no es una buena combinación. Vanessa se cubrió la cara con las manos tratando de aminorar la voz de sus hijas. Su cabeza está a punto de reventar. Jamás volverá a tomar de esa manera. Esta loca.

Tomó los dos biberones que están preparados y se los dio a sus bebés. Siente tanto no poder darles pecho, pero primero debe desintoxicarse. Acerco a sus bebés para acariciarlas, sus manos son tan pequeñas, sus caras tan perfectas, pero ellas tienen esa misma mirada que le recuerdan a su papá.

¡Diablos Alexander!

Se volvió a recostar en la cama al escuchar la puerta de la habitación abrirse, esta segura que es un sirviente que viene a molestarla con sus deberes como la reina. Pero una reina no debería tirar cerveza a nadie, dentro de su poca cordura reconoce que no estuvo bien lo que hizo, pero son esos malditos celos. Además, Alex, no tenía porqué ver lo senos de nadie más 

— Hola mami — Helena entró en la habitación, con su ropa puesta y su cabello peinado, la sonrisa de su hija es amplia cuando se arrodilla a juntar sus juguetes y guardarlos en su pequeña mochila rosa — Me voy a ir al palacio, extrañó a mi osito —

Vanessa tomó asiento rápidamente en la cama. Su hija está loca si piensa irse sola al palacio. Apenas es una bebé de tres años.

— No — cambio el tono de su voz, para evitar un dolor de cabeza — ¿Quien te llevará a Buckingham? ¿Algún guardia?  —

— Papá — su hija lleva tantos juguetes abrazados que apenas puede ver su cara. Vanessa abrió los ojos sorprendida. ¿Él le cepillaria el cabello de su bebé? Pero si apenas y sabe poner un pañal.— Él esta aquí, esperándonos. —

— ¡¿Donde está?! — preguntó asombrada. Alexander sale a correr a esta hora de la mañana.

— En la entrada. Él nos hizo de desayunar a mis hermanos y a mi, y preparo el biberón de las bebés — su hija salto se emocionó, con sus grandes ojos brillantes — Él peino mi cabello —

Su hija corrió hasta la cama y se acercó para darle un gran beso en la mejilla, volvió a tomar sus juguetes y con ese pequeño cuerpo de tres años y su vestido rojo, parece un árbol de navidad cargando regalos. Se detuvo antes de salir.

— Oh, lo siento mami, casi lo olvido. Papi dijo que dejó algo para ti. Adiós —

Volvió a acostarse hasta que escuchó el auto de Alexander irse. Sabia que ese olor a perfume masculino y el sueño que tuvo en el que un hombre la besaba en la mejilla fue de verdad. Cuando sus hijas terminaron de comer las colocó sobre su pecho para sacarles el aire, no le importa el hilillo de vomito que dejan sobre su pijama. Se muerde el labio emocionada al leer la carta que Alexander dejó para ella. Es imposible estar enojada con él cuando es un romántico.

"Supongo que me faltaría palabras para disculparme. Olvida el asunto de la otra  noche y olvidaré la cerveza derramada sobre mi traje. Estoy aquí junto a ti, mientras estas dormida. Quizá no me veas, pero siempre estoy para ti, tú eres la única que tuvo mi corazón desde el principio..."

Un Príncipe Americano [ Saga MEDICOS Parte 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora