Cántico

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Kukui se encontraba de pie, mirando al cielo anaranjado. Alrededor de su cintura tenía el brazo de Burnet, al igual que él la rodeaba por el hombro. Su esposa había apoyado la cabeza con un movimiento ligero y grácil. Ambos sonreían con calidez, mientras los rayos del sol calentaban sus cuerpos erguidos sobre la arena.

—Ay, mi palomita... —murmuró Kukui—. El brillo de tus ojos combina muy bien con este paisaje, ¿no te parece?

—¡Qué cosas dices, cariño! —soltó una pequeña burla juguetona, colocando su mano sobre el pecho descubierto de Kukui.

—No intentes negar tu belleza —respondió igual de jocoso, entrelazando los dedos de su mano izquierda con la de su esposa—. ¡Qué haría yo sin tu compañía, tu mirada dorada y tu cabello níveo! —ladeó la cabeza y alzó el brazo derecho para acercarse y besarle el pelo con mimo—. Aaahh... —suspiró—. Mi vida sería más aburrida...

Estuvieron un rato en silencio, apreciando el progresivo atardecer, el mecer del oleaje tranquilo, los sutiles cánticos de los Pokémon.

De repente escucharon un ladrido. Reaccionaron por instinto y vieron cómo un pequeño Rockruff corría veloz hacia ellos.

—¡Mira quién tenemos aquí! —dijo Kukui con gran entusiasmo, sonriente—. ¿De dónde vienes tú, eh? —preguntó mientras se acuclillaba a su lado—. ¿No estabas con Sun y Gladio? ¿Los has escondido en algún sitio? ¿Has venido a decirme que quieres abandonarme por ellos? —le acariciaba al tiempo que seguía soltando más y más preguntas.

—Qué cosas tienes, querido. Sun y Gladio están viniendo hacia aquí —observó—, junto con Tilo. ¡Nos los ha traído a todos! —soltó una pequeña burla cariñosa.

—¡Ah! Desde luego, aventuras no te han faltado hoy, eh. —Rockruff se tiró sobre la arena, rodó un poco y se mantuvo recostado—. ¡Pero si estás agotado! Descansa, hombre, descansa. Toma —sacó un Pokélito y se lo ofreció—. ¡Pues sí que te has divertido!

—¡Kukui! —le llamó la atención su esposa, al ver que estaba muy entretenido con el Pokémon y no parecía haberla escuchado.

—¡Ah! —respondió sin pensar, alzando la vista y viendo al fin a los tres jóvenes entrenadores—. ¡Pero bueno! ¡Si os ha reunido a todos! ¡Qué alegría!

Conflicto de interésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora