Espacio

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Estaba anocheciendo. Aún si hubiese querido, el Profesor Kukui no disponía del espacio suficiente como para albergar a sus tres pequeños aventureros durante la noche. Al menos no de manera cómoda.
Estaban a la salida del Laboratorio, la puerta ya abierta y el cielo luciendo un profundo azul oscuro. Había todo un paisaje estrellado en él.

Los tres jóvenes entrenadores estaban ya entre escalones, a punto de tocar la arena de la costa. Burnet se abrazó a su esposo, besándole con ternura por sobre los labios entrecortados. Una vez efectuado aquello, le acarició el rostro desde la mejilla hasta el borde de la mandíbula, y se despidió de él.

Tilo, de sopetón, se mostró impaciente. Empezó a dar saltos dispares aún sin moverse del sitio, agarrando con fuerza las correas de su mochila naranja.

—¿Qué ocu... —trató de preguntar Gladio.

—¡Aaaahhhh! —chilló incapaz de contenerse más—. ¡¡Lo siento!! ¡¡Tengo que irme!! —aún sin haber terminado de excusarse ya había empezado a correr, torciendo el cuerpo para aún mirar a sus amigos—. ¡¡¡Mi abuelo me va a matar si llego tarde!!!

—Eso ya es más propio de él —rió Burnet, despidiéndose de los dos chicos restantes con una suave caricia sobre sus cabelleras—. Nos vemos —y llamó a una Pokémontura para marcharse.

El rubio fue el primero en apartar la vista del horizonte que ahora estaba despoblado de sus conocidos, fijándose ahora en Sun. Después en Kukui.
Una pequeña sonrisa involuntaria se formó en su rostro al ver que tenía un gesto bastante tonto de enamoramiento, como si estuviera aún aturdido por el beso de antes. Como si estuviera hipnotizado.
Volvió a mirar a Sun.
¿Él se veía de esa forma, ahora mismo, mientras tenía a aquella persona frente a sí? ¿Tenía una expresión ñoña, distraída? Aún si la tuviera, ¿qué debía hacer ahora? ¿Quedarse pasmado y rígido hasta que llamaran su atención? ¿Cogerle de la mano, como había intentado antes ya dos veces? O quizás...

—Supongo que ya es hora de que me marche yo también —dijo finalmente.

Se despidió de sus dos acompañantes con un sencillo gesto y empezó a andar en silencio.

Conflicto de interésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora