Conflicto de interés

Borde

El joven entrenador restregó su cabello a través del pecho de Gladio, alzando sus manos con cuidado hacia arriba. Se separó un poco, de manera en que ahora podía atisbar su tensa expresión. Colocó las palmas de las manos sobre sus párpados cerrados, lento, con suavidad. Le acariciaba en el proceso con mucho mimo sin dejar de mirarle.

Cuando notó que había adquirido una tenue relajación, apartó las manos y juntó momentáneamente sus labios con la misma suavidad. Aquello le seguía dando vergüenza, pero también le hacía feliz.

El rubio había seguido sus movimientos en un intento de quedarse apegados más tiempo, pero no lo había logrado. En cambio, volvió a erguirse y abrió los ojos: pasó unos segundos ensimismado con el gesto tierno y tímido de Sun, pero también sentía bastante curiosidad por cómo debía ser su habitación.

Sun se había puesto repentinamente muy nervioso, yendo hacia su cama en dos zancadas rápidas. Gladio le siguió con la mirada: era baja y por encima había una gran ventana con un bonito paisaje nocturno. Por impulso siguió deslizando la vista a través del resto de la habitación, anonadado.

El joven entrenador, que se había arrinconado junto a la pared, volvió hasta él en un par de saltos. Le cogió de la mano y trató de llevárselo consigo hasta la cama, volviendo a apegarse al bordillo de la ventana. Gladio tuvo que volver a atenderle por el estirón, viéndose forzado a sentarse a su lado. Se le acercó y le dio un beso al tiempo que ahora era él quien le recubria la mano.

Apartó la vista una vez más, plenamente dispuesto a apreciar detalles que se le hubieran escapado. Le parecía adorable que tuviera un pequeño peluche de Pikachu. Seguía temblando.

Sun se percató de ello. Le llamó la atención tras apoyarse nuevamente sobre él, recibiendo un abrazo por su parte. Le rodeó a su vez y se dejó caer a un lado, haciendo que ambos quedaran recostados sobre el colchón.