Conflicto de interés

Vacío

Guzma recostó su cabeza sobre el hombro de Kukui y trató de vaciar su mente, de relajarse. Estaba muy tenso, alerta, rígido. Se comportaba como si estuviera esperando algún tipo de ataque por sorpresa, aunque sabía perfectamente que aquello no era posible.
En cierto modo, al acomodarse sobre él, su cuerpo se destensó de manera palpable. El Profesor reacomodó su postura, y ahora soltaba un murmullo confortable, con sus extremidades lo suficientemente relajadas como para seguir rodeándole sin mucho esmero. Parecía que se estaba quedando dormido. Tal vez estaba durmiéndose de verdad.

El líder del Team Skull mantenía los brazos sueltos. Miraba a un lado, aunque su cabeza estaba demasiado ocupada como para procesar lo que veía. Pensó en que aquello no se sentía desagradable. Había pasado mucho tiempo desde que se hubo visto metido en una situación lo más remotamente parecida a aquella, y que los involucrara tanto a él como a Kukui. Recordó entonces en que éste aseguraba que su sentimiento de fraternidad seguía ahí. Aún después de apartarle de su vida por sus perspectivas, de haber formado una pandilla, y de haber creado nada más que conflictos... le seguía viendo como alguien importante. Por supuesto. Si no hubiera sido así, si él no supiera sobre aquello, aún si era de forma inconsciente, no habría abandonado aquel combate a mitad. No se habría detenido. Habría seguido hasta haber destrozado todo lo que se le hubiese plantado delante. Porque así era él. Rezumaba poder, y no había nadie que se le interpusiera. Excepto Kukui. Kukui y su pequeña generación de entrenadores: Tilo, Sun y...

Gladio. Gladio había sido su discípulo personal. Era uno más en la familia. También tenía aquella fuerza innata de la que tan orgulloso estaba. Trató de pulirla con cuidado y esmero. Pero durante el proceso cambió su camino. A diferencia de él.

Guzma tenía el rostro apático. Respiraba con calma y dejaba pasar el calor corporal de su compañero a través de su propio cuerpo. Olía a una mezcla de tierra, hierba, agua salada y quién sabe qué más. No le molestaba. Siempre había olido así. Formaba parte de su esencia.

Recordó que aún no había podido hablar con él sobre aquello. Un atisbo de energía atravesó su rostro y agitó un poco la cabeza, rozándose con la de Kukui. Alzó al fin los brazos; no para devolverle el abrazo sino, por el contrario, para intentar separarle. Cuando lo hizo, el Profesor se veía sorprendido y... adormilado.