Disgusto

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Gladio se apartó del joven entrenador y se sentó a un lado de la cama.

Seguía molesto; no con Sun, sino consigo mismo. Se llevó las manos a la cabeza y la cubrió con éstas. Su espalda se había curvado y su respiración violenta podía oírse.

—Idiota, idiota, idiota —susurraba para sí.

—Gladio… —le llamó tímidamente Sun.

El rubio se giró hacia él, con un gesto que parecía mostrar, de forma ambigua, odio y culpa. No tardó mucho en retirar la mirada de él y trató de calmarse con un suspiro.

—Um… Gladio —repitió con cierto temor.

—¿Por qué no soy capaz de vencerte? —preguntó irritado—. No… No lo entiendo.

Conflicto de interésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora