Luz

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El rubio se detuvo. Pasó un segundo, y giró el rostro hacia él. Aún tenía una ínfima sonrisa formada en su rostro pálido. La luz destacaba el brillo de sus verdes ojos.
Aún ignoraba de dónde procedía, o dónde estaban, o cómo habían llegado allí. Sólo se fijaba en Gladio. Y Gladio sólo se fijaba en él.

Parecían estar en mitad de un duelo de miradas. No se movían. Parpadeaban, sí, pero no cambiaban la ubicación de sus ojos. Y aunque no era un duelo, sí empezaba a notarse una diferencia entre ellos.

Gladio seguía con la misma expresión. No le había soltado la mano. Estaba tan absorto en sus ojos que no parecía percatarse de que estaba más cerca. Porque lo estaba. Se había acercado lentamente. Sólo habían sido dos pasos, pero el cambio era bastante grande.
Sun podía sentir aquel ardor que cada vez le resultaba más conocido. Tenía la sensación de que podía empezar a echar humo en cualquier momento. Tenía la sensación de que su cuerpo estaba expulsando sus fuerzas, su equilibrio. Tenía un pequeño temblor. No era muy evidente, pero sabía que estaba ahí. Se preguntó si él podía notarlo. Esperó que no fuera así. Se contraponía a la seguridad con la que le cogía la mano. Quería sentirse así de seguro, pero no podía.

Gladio seguía con la misma expresión. O eso le parecía a él. En realidad se había acercado aún más, y su rostro empezaba a cambiar. Notó que su mirada apuntaba a otro lugar, pero su cabeza se sentía tan vacía que no pudo siquiera imaginar qué miraba. Sólo sabía que no eran sus propios ojos.
Respirar parecía cada vez más difícil. Inspiraba con cierta velocidad y exhalaba con una extraña lentitud. Cerró los ojos al tiempo que se relamía los labios y trataba de centrar su mente en una respiración más homogénea, a fin de calmar el ardor cada vez más grande que sentía sobre su rostro.

Ahora no veía a Gladio, y no sabía si seguía con la misma expresión.

Conflicto de interésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora