Skittolate

123 8 0
                                    

Empezó a sonar música de fondo. La puerta se abrió. Un gran cúmulo de gente entró a ritmo rápido y constante, agitando los cuerpos, como si quisieran bailar frenéticamente pero intentasen contenerse unos segundos más. Guzma se giró para ver lo que ocurría, confuso y desconcertado, a la defensiva. Seguía teniendo la mano relajada de Kukui sobre el hombro.

Podía ver rostros conocidos. Muy conocidos. Sabía perfectamente quiénes eran. Deslizaba los ojos a todas partes, pero aún era incapaz de entender lo que ocurría.
La habitación estaba ahora iluminada, la temperatura parecía haber aumentado y daba la sensación de que se había disipado niebla de aquel lugar. Fue entonces cuando pudo percatarse de que los adornos habían sido cautelosamente cambiados a conciencia. Eran más coloridos, vibrantes, con oraciones que trató de leer con rapidez. Parecían mensajes de apreciación y cariño.
Aún entraba gente, esta vez rostros a los que no estaba tan habituado. Sentía que le estaban tendiendo una redada. Y la sensación fue aún más extraña cuando apareció Francine. Después de ella, Gladio, seguido de Sun.

Un aparato mecánico salió de detrás de ellos, que se acercó a él con cierta elegancia. Le tendió una caja recubierta de un envoltorio adornado con pequeñas calaveras de colores. Había una nota en la que pudo leer: para Guzma.

Aún no comprendía, pero abrió el paquete después de revisar el rostro tranquilo de Kukui.

Aquello... No sabía cómo reaccionar.

Golisopod. Frente a él, entre sus manos, había un peluche de Golisopod.

No podía ocultar su rostro de sorpresa. Lo admiró con interés durante largo rato, aunque después notó que la caja aún no estaba vacía: volvió a fijarse, y en ella habían varios papeles. Los cogió. Eran dibujos. Dibujos de él, de Francine, de Kukui, y de toda la gente que le acompañaba. Había un retrato muy detallado sólo de él. Y otro más expresivo de su Golisopod.

Gladio cogió a Sun de la mano y se acercó a Guzma. Quería hacer algo, pero no estaba seguro del qué. Se quedó quieto, dubitativo.
El joven entrenador se soltó, alzó los brazos, se apegó al líder del Team Skull y le abrazó. El rubio decidió hacer lo mismo. A ellos se unió Kukui. Y después Francine. Y tras ella, todos se agolparon a su alrededor. Estuvieron así unos segundos.

—Creo que ya es hora de que pruebes mis aperitivos especiales ultra secretos —comentó el Profesor—. Perfectamente acompañados por Skittolate, por supuesto.

—Yo... —balbuceó—. Esto...

—Has ganado —añadió Kukui, alzando uno de los aperitivos frente a él, incitándole a comer.

¡¡FIESTA!! —exclamaron los reclutas al unísono, incapaces de contenerse más.

Todos empezaron a bailar enérgicamente: solos, en pareja, entre tres o en grupo. No importaba. Guzma miró a Kukui mientras terminaba de tragar, aún incrédulo, embelesado por el sabor de la comida. Éste le sonrió, le cogió de la mano y trató de bailar con él. Francine observaba con una pequeña sonrisa, moviendo la cabeza al ritmo de la música.

Sun volvió a enredar sus dedos entre los de Gladio. Se miraron el uno al otro, y decidieron besarse en mitad del barullo. Con un sólo gesto del joven entrenador, empezaron a bailar, juntos, sonrientes. Despreocupados. Felices.

Conflicto de interésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora