Valentía

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Los reclutas se reunieron y fueron tras la figura de cabello blanco, que se alejaba cada vez más por el horizonte.

El Profesor se acercó a los dos niños, sonriente, a felicitarlos por sus esfuerzos y por la especial resistencia de Sun contra semejante revuelta. Les invitó a comer, convencido de que debían estar cansados, y se los llevó al establecimiento más próximo.

-Bueno, yo me iré marchando ya -musitó mirando a la nada, con cierta picardía en su voz-. Os dejo solos. Espero que podáis descansar plácidamente el resto de la noche. ¡Qué valientes que sois! ¡Eso me hace muy feliz! -soltó una burla y se despidió para marcharse al fin.

Gladio llevaba en la mano un par de helados, uno suyo y otro que le pasó a Sun. Parecía estar preocupado por algo y no pudo evitar preguntar:

-¿Estás bien? ¿Tienes alguna herida? -el joven entrenador negó con la cabeza-. Vaya, me alegro -su rostro estaba ahora más relajado-. ¿Sabes qué?

Sun le miró expectante, tomando pequeñas cucharadas de su helado entretanto.

-Te añoraba.

Un pequeño rubor apareció progresivamente en las mejillas de Sun, que parecía haberse quedado paralizado con la cuchara a medio viaje entre el helado y su boca. Gladio creyó oportuno aprovechar la ocasión, se acercó y le tendió un afectivo beso en sus fríos labios.

Conflicto de interésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora