Sombra

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—¡Lo que faltaba, que te me durmieras encima! —gruño Guzma, irritado—. ¿Me ves a mí pintas de almohada? ¡A ver si espabilas!

—Aaahhh~... —arrulló con la voz unos pocos segundos, aún adormilado—. Disculpa. Ya sabes cómo es eso de investigar Pokémon. ¡Uno acaba exhausto después de recibir varios Cola Férrea!

El líder del Team Skull volvió a soltar un gruñido, esta vez torciendo el gesto de manera más nítida. Miraba al Profesor fijamente, y su apacible rostro sonriente y somnoliento le ponía más nervioso.

—¡Como sea! —bramó para establecer el tema de conversación que quería plantear desde el principio—. ¿Recuerdas cuando te inmiscuiste en mis asuntos, verdad? Ya sabes.
Cuando viniste a salvar a tus niños y me plantaste cara.

—Perfectamente, sí —su semblante ahora lucía más despierto y serio—. ¿Qué ocurre?

Guzma suspiró durante un par de segundos, con los ojos apretados. Aún sostenía la bata de Kukui entre sus manos.

—¿Has pasado tanto tiempo jugueteando con Pokémon que has aprendido a usar Maldición? —preguntó torciendo la mandíbula y ladeando el rostro, de alguna manera remarcando sus ojos apagados y exhaustos—. ¿Es eso lo que has hecho? No paro de pensar en aquello que dijiste. Y me molesta. Arréglalo.

—Hmm... —musitó el Profesor, pensativo, extrañamente relajado, mirando al cielo por un instante—. ¿Qué fue lo que dije?

Guzma no se movió nada más que para entrecerrar aún más los ojos.

—Te dije que lo dejaras —continuó al ver que su acompañante no pretendía contestar—. ¿Piensas hacerlo?

—Arréglalo —repitió, seco. Sus cejas se arquearon.

—¿Cómo quieres que haga eso?

—Tú eres el Profesor. Tú sabrás.

—Guzma...

—Estoy cansado, ¿sabes?

—¿De qué?

—De todo —hizo una pausa—. Estoy harto de estar solo.

—No lo estás.

—Sabes a qué me refiero. Estoy harto de ver cómo la gente me desprecia. Nos desprecia —volvió a dejar unos segundos entre frases—. Sé lo que he hecho. Sé que sabes por qué lo he hecho. Y también sabes cómo he acabado así. Tú eres el bueno. El que consigue lo que quiere. ¿No es así? Mírate. Querías ser Profesor Pokémon. Y lo eres. Y tienes a varios chavales que van detrás de tu sombra porque quieren ser como tú. Porque quieren ayudarte. Porque quieren estar contigo. Porque te respetan. Y te admiran. Y te adoran.

Kukui apartó la mirada, reflexivo, melancólico. Sintió la destensión en sus hombros, ahora libres de sujeción. Volvían a estar separados. Quizás más allá de una cuestión geográfica.

Guzma le observaba cuidadosamente. Mantenía un gesto casi apático. Sólo se reflejaba en él una mezcla de irritación y análisis expectante.

—Me abro —añadió, esta vez con un tono mucho más frío y cortante, al tiempo que se escabullía de la roca en la que se había estado apoyando.

Conflicto de interésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora