Conflicto de interés

Exterior

—¿Otra vez tú? —preguntó con irritación—. ¿Y este niño quién es?

—Él te derrotará y nos llevaremos eso —aseguró el recluta, aún atemorizado, resguardado tras la presencia del joven entrenador.

Sun, al igual que el extraño, le miraron confusos. Se miraron entonces el uno al otro. El jugador apagó su consola y se puso de pie, desenpolvando su ropa. Su rostro denotaba absoluta determinación y les invitó a ir hacia el exterior, plenamente dispuesto a imponer su fortaleza en combate.

—No pienso cedéroslo tan fácilmente —comentó con seriedad—. No voy a tener miramientos aunque seas un niño —añadió, sacando uno de sus Pokémon.

Sun volvió a mirar a su acompañante, que seguía agazapado detrás suyo, pidiéndole algún tipo de explicación. Pese a sus esfuerzos, el recluta no hizo más que darle ánimos para el desafío.
Soltó un suspiro y optó por dejarse llevar. Lucharon de manera bastante igualada al principio, si bien el extraño iba aventajado de un momento a otro. Se mostraba cada vez más orgulloso y arrogante, seguro de volver a derrotar a su contrincante. El joven entrenador se mantenía impasible, ignorando el extraño baile exaltado de su acompañante, señalando con decisión los movimientos que debía seguir su Pokémon. Tan sólo necesitó un par de movimientos bien coordinados para deshacerse de su enemigo.
La irritación de aquél individuo crecía por momentos, incapaz de entender cómo había llegado hasta ese punto, y ello no logró evitar que perdiera el combate en poco tiempo.

—¡Argh! ¡No puede ser! —exclamó frustrado—. ¡No pienso dároslo! ¡Algo habéis hecho!

—¡Tío, no seas tan mal perdedor! ¡Te comiste una paliza, acéptalo y cumple la promesa! Era imposible que vencieras al avasallador Sun, quien te hechiza con su poder y te atemoriza con su ataque sorpresa... Con... Sabor... A... ¿...Fresa...? —se quedó en silencio un rato, reflexionando sobre sus rimas—. Bueno, no importa. Que nos des lo que queremos. Que hemos ganado.