Rectificación

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Tilo se quedó mudo, boquiabierto, ahora consciente de las implicaciones de aquello que había dicho. Y le había soltado esas palabras precisamente a él, lo cual era aún más incómodo. Bajó la vista aún sin moverse y trató de pensar en ello. En una respuesta. En una rectificación de su comentario. Pero no salía nada. No sabía qué decir.

La mesa se mantuvo en silencio durante largo rato, tiempo en el que apenas se molestaron en moverse. Si lo hacían, era, de manera cuidadosa, para poder beber o para terminar la bandeja de malasadas. Quedaban pocas. No se dijeron nada, pero parecía que ambos habían hecho los cálculos necesarios para saber qué porción les correspondía a sus dos acompañantes, aún ausentes. Esas no las tocaron.

—Ehm... —trató de hablar Tilo, aún con miedo—. ¿Estás... Molesto? ¿Enfadado? Conmigo. Lo siento. ¡Soy un desastre! —dijo finalmente, llevándose las manos a la cabeza con frustración, y agitándose de un lado a otro.

El rubio tardó unos segundos en apartar la mirada y dirigirla hacia su amigo. Su rostro seguía absento de cualquier expresión definida. Parecía, de algún modo, calmado. Reflexivo.

—No —contestó en un murmullo—. Está bien. No importa. No es algo que me haya tomado a pecho. Estaba pensando en Guzma. En el Profesor Kukui. Y, bueno, también... —dudó por un instante—. También en Sun.

Conflicto de interésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora