Caricia

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Gladio se levantó y procuró ayudar a Sun a erguirse. Se quitaron los restos de tierra y hierba que se habían pegado a la ropa, y el rubio llamó a Código Cero. El joven entrenador vio que quería abandonar el combate, así que se colocó la mochila al frente en busca de una Poción con la que curar a su Pokémon para así permitirle descansar.
Código Cero se acercó con pasos intimidantes, cuán grande era, y mantuvo una distancia que consideró prudencial. Gladio le acarició con cierto orgullo; esperó a que Sun se ocupara de su Pokémon, y seguidamente le invitó a acariciar al híbrido. Éste se mantuvo quieto, siguiendo las órdenes de su entrenador, y permitió que el pequeño deslizara la mano sobre él.

—Es extraño, ¿verdad? —preguntó el rubio, dirigiéndole la mirada—. Me gusta que sea así. Supongo que somos parecidos en ese sentido.

Sun miró a su compañero, como si aquello le hubiera sonado a una locura. Trataba de buscar razones al por qué de su pensamiento, pero no le conocía demasiado. Gladio se giró hacia él, aún con una pequeña sonrisa, y le sugirió dar un paseo.

Conflicto de interésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora