Conflicto de interés

Protegido

Francine llamó a alguien entre los reclutas y le ordenó acompañar a Sun hasta determinado lugar, en donde le ayudaría a conseguir algo especial para Guzma. El joven entrenador saludó a su nueva pareja de viaje y se marcharon sin más. Podía oírse, mientras se alejaban paulatinamente, cómo el recluta le contaba que recordaba con todo detalle la vez en que derrotó a sus Pokémon con una facilidad que le era aún inexplicable.

La comandante instó a los demás a continuar con sus tareas con el mismo esmero, se volvió nuevamente hacia Gladio, y le hizo una vaga señal para que fuera tras ella. El rubio hizo caso. Una vez apartados de los demás, Francine mantuvo una conversación mucho más profunda sobre lo que querían hacer y de qué manera el agobio estaba desbordando a Guzma. Habiendo sido él parte de la pandilla y pudiendo considerársele prácticamente el protegido del líder, le pidió ayuda en cuestiones bastante específicas.

-Quizás a ti se te ocurra algo que a mí se me escapa -comentó la comandante-. Quisiera que la fiesta sea perfecta -hizo una pausa-. O, al menos, decente... -suspiró-. Guzma se merece un descanso. Divertirse.

-Tal vez podríamos...

Sun siguió al recluta a través del aire, viajando sin prestar atención al paisaje bajo ellos. Sentía curiosidad sobre a dónde le llevaba y qué debían hacer. ¿Por qué le habrían encargado esa tarea a él? ¿Tenía algún tipo de habilidad especial requerida para aquello?
Descendieron hasta el suelo, justo enfrente de una pequeña casa. El recluta trató de llamar a la puerta, pero sentía intimidación hacia lo que les esperaba detrás, por lo que le pidió al joven entrenador que lo hiciera. Éste se acercó y llamó con una seguridad inquebrantable, tras lo cual abrió y entró con cautela. En el interior había un individuo que había pausado su partida en la consola para ver quién osaba interrumpirle.