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Ambos demonios se observan de manera perspicaz, mientras que Blaire no pasa por desapercibido, de ninguna manera, que se están mirando de forma extraña, y por sobre todas las cosas, qué la están dejando afuera, teniendo en cuenta que se había quedado bastante sorprendida al sentirse a gusto cenando con ellos.

Algo de ningún modo hubiera imaginado que pudiera llegar a funcionar, pero sorprendentemente se daba cuenta que no estaba saliendo tal mal del todo, como ella hubiera podido imaginar.

—¿Los estás sintiendo?— Hakeem mira a Arden al mismo tiempo que deja su hamburguesa en el plato.

Arden coloca sus ojos en blanco y asiente. —Son cuatro.— Responde ronco limpiando sus labios con la servilleta de papel.

Blaire los mira molesta, gracias a que no tiene ni la menor idea de cómo es que ellos están tan alerta continuamente y de que no entiende cómo no escucha lo mismo que ellos, siendo igual a ellos.

Eso es algo que la frustra mucho.

Pero qué, lamentablemente, a medida que este tipo de situaciones van sucediendo a medida que se encuentra con ellas dos, se da cuenta de que efectivamente todo lo que Arden le decía al respecto de que no se comportaba cómo un verdadero demonio estaba surgiendo efecto en su conciencia.

—¿Que sucede?— Los mira a ambos, pero deja su mirada clavada en Arden, quién tiene enfrente.

Él solo sonríe de costado cínico, algo que pone, aún más, de mal humor a la pelirroja, que lo mira cómo si la estuviera cargando.

—Tenemos visitas, muñeca, pero eso no es ninguna novedad para nosotros.— Frunce sus labios.

Ella parpadea y mira a su alrededor, para luego no ver efectivamente a nadie sospechoso y es por eso que se muestra impaciente y avergonzada al mismo tiempo delante de ambos.

—¡¡No puede ser. ¿Cuándo va a parar esto?!!— Se queja molesta de no tener una sola noche o día de tranquilidad.

Arden ignora su comentario, sólo está atento a su alrededor.

—¿Querés ayuda?— Hakeem pregunta.

Muere por ayudar a su mejor amigo y protegido pero no sé intromete porque sabe perfectamente que Arden no lo dejara.

Es por eso que se da el lance de al menos poder ofrecer, de manera civilizada, su ayuda.

—¿Ahora?— Argumenta Blaire.

Se aferra a la mesa y traga saliva, no estaba preparada para aquello, aunque en realidad siquiera sabía que era "aquello" con exactitud.

—Solo quédate con Hakeem, muñeca, volveré en un segundo y podremos seguir comiendo.— Demanda suspirando.

Blaire mira a su alredor, una vez más, pero no logra detectar quienes son. —¿No podemos irnos y ya?— aprieta sus labios.

Arden sonríe burlón. —Por más que nos vayamos ellos te van a seguir, muñeca, sos un imán para ellos... Lo mejor es cortar el problema de raíz.— Explica obvio.

Hakeem sonríe relamiendo sus labios y volviendo a su hamburguesa.

La situación es realmente controlada por Arden y sabe que su amigo dará cátedra, es por eso que se relaja al saber que en esta oportunidad le toca cuidar de Blaire, y conociendo a Arden, al menos agradece que le haya dado una tarea dentro de todo difícil.

Era muy abrumador y cansador no poder nunca hacer nada porque su protegido era prácticamente perfecto en todo y nunca lo necesitaba.

—Hay mucha gente. ¿Estás seguro de hacer esto acá?— Mira el concurrido lugar con una mueca de preocupación.

El Hijo de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora