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Arden es el primero en salir de la ducha, luego de haber tenido otra segunda sesión de sexo desenfrenado para con la pelirroja.

Quería darle un poco de privacidad y de su tiempo mientras que terminaba de cambiarse y de secar por completo su cuerpo, y colocaba la ropa de Blaire en la lavadora.

Había descartado por completo la parte de arriba, ya que la misma se encontraba deteriorada por los ataques de Isaac. No obstante, la parte de abajo todavía seguía estando medianamente estable cómo para que ella pudiera sentirse cómoda al ponérsela cuándo quisiera retirarse de su casa.

Todavía no sabía muy bien cómo actuar antes ciertas situaciones y el hecho de que ella estuviera en su hogar, y más exclusivamente en su habitación y en su año era algo que lo tomaba por completo por sorpresa, no pudiendo dejar de admitir que era algo que le gustaba, y de lo que empezaba a acostumbrarse, aúnque, no tenía ni la menor idea de cómo es que tenía que reaccionar aquello.

No estaba acostumbrado a llevar a ninguna mujer a su departamento, y no sabía qué tipo de pasos a seguir había en ese tipo de situaciones. Además de qué no quería cometer ningún error para con la pelirroja, no más de los que ya había cometido al exponerla de esa manera hacia la especie de hermanastro demonio que había querido atacarla y matarla.

—¿Qué estás pensando tanto?— Blaire lo sorprende con una pequeña sonrisa de costado apoyada en el marco de la puerta.

Arden se da media vuelta tragando saliva apenas la vé con su camisa y sus boxers por debajo de la misma.

Ella baja la mirada acomodando un mechón rebelde de su cabello, ante los nervios de la mirada tan penetrante que le acababa de regalar. No podía evitar pensar en lo ruborizada que se estaría viendo en estos momentos gracias a los ojos grises del semidiós.

—Estas hermosa.— Susurra perdido en su cabello levemente mojado.

Blaire sonríe mordiendo su labio inferior. —Creo qué me agrada bañarme en tu casa.— Responde débilmente perdiendo la vergüenza poco a poco.

—Y a mi verte así paseando por mi piso.— Admite acercándose hacia ella. —¡Creo que estoy en un maldito sueño!— Se carajea de él mismo.

Blaire tuerce su cabeza levemente hacia un costado, aprovechando la cercanía para acercar una de sus manos a su mejilla y acariciar la misma.

—Creo qué tenemos mucho que asimilar, pero esto es real.— Suelta con algo de emoción.

Ya qué de esa manera es que lo estaba sintiendo desde lo más profundo de su pecho.

Arden parpadea y asiente, dándose la posibilidad de cerrar levemente sus ojos ante el toque de su piel con la de ella.

—No quiero que te vayas de mi maldito departamento, muñeca.— Sisea frustrado.

A lo qué ella no hace más que arquear una de sus cejas y mirarlo con diversión. —¿Y quién dijo qué ahora me iba a ir?— Sonríe divertida. —Quedamos en que teníamos un montón de cosas para hablar y no voy a irme hasta que eso suceda.— Explica subiendo sus hombros.

Arden niega, se había expresado mal, debido a que él no estaba hablando de este preciso momento, sino que se estaba refiriendo al hecho de que no quería que volviera al departamento que compartía para con su mejor amigo.

—No hablo de ahora.— Bufa, y se aleja de su toque, no sin antes bajar una de sus manos hacia sus caderas para hacer un pequeño apriete en las mismas.

Apoyando su frente sobre la de Blaire, casi que con desesperación y dolor.

Ella asiente en cuanto sus cuerpos se separan y siente el frío de aquella separación, capta a la perfección lo que le está queriendo dejar en claro, y si antes se sentía ruborizada, ahora era mucho más el color en sus mejillas, y la sensación de calor recorriendo todo su cuerpo.

El Hijo de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora