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—¿Armando el nido de amor?— Hakeem se hace presente cuándo Arden le informa qué ya no está con Blaire.

Tenían más de una charla pendiente y quería aprovechar a poder encontrarse con su guardián antes de ir a buscar a la pelirroja.

No tenía humor suficiente, todavía, cómo para poder dirigirse hacia los lugares que solían concurrir. Si bien, todos se encontraba en excelentes condiciones respecto a lo que era la relación para con Blaire, su cabeza no dejaba de dar vueltas en la conversación que había tenido para con sus oscuros y el castigo que le había generado a los tres.

Ni hablar del hecho de que no había tenido la posibilidad de hablar puntillosamente para con los gemelos, teniendo en cuenta que estaba abrazado a Blaire y que era más que obvio que la conversación se iba a subir de tono y él iba a enloquecer por completo llamando la atención de ella.

Es por eso mismo que había preferido dictaminar aquel castigo y restarle importancia a la situación, pero no podía dejar de pensar en los comentarios desubicados que ambos gemelos hacían al respecto de lo que se sentía tocar la piel de la pelirroja en persona.

En muchas oportunidades le costaba separar y darse cuenta de que él seguía haciendo ellos, que todo lo que pasaba por sus oscuros pasaba primero por él, pero lo que más impotencia le generaba era el hecho de que en ese momento en el que estaba ocurriendo, Arden se encontraba drenando su propia sangre y en aquel shock momentánea sin poder prestar demasiada atención a lo que sucedía en la habitación unos pisos más arriba de donde él estaba.

—¡Pensé que ya me encontraría con cosas rosas por todos lados!— Bromea ante la no respuesta del dueño de la casa.

El semidiós sonríe y le sirve un trago poniéndose cómodo en su sillón. —No seas imbécil.— Objeta cínico. —Yo me preocuparía más por tu capacidad de ocultarte... ¿Espiando a la bruja de nuevo?— Se carajea arqueando sus cejas.

Hakeem frunce su entrecejo y lo mira obvio. —Si, para variar.— Bufa bebiendo de su vaso.

No le iba a mentir, jamás lo hacían entre ellos y esta no sería la primera vez.

Arden chasquea la lengua y suspira al verlo tan decaído. —¿Y cómo está?— Murmura fingiendo estar desinteresado.

Aúnque, en realidad si le interesa, y no es por Silvye, sino por su mejor amigo. Poco hablan de aquel tema en puntual, y más bien es para preservar la salud mental de Hakeem.

Había ha sido un proceso muy largo y tortuoso el hecho de tener que abandonar la idea de que ella nunca podría ser de él, habiendo sido su decisión para poder protegerla y que no tuviera que sufrir más adelante cuándo se dieran cuenta de que uno de los dos iba a vivir por siempre y el otro no lo haría.

No obstante, no dejaba de ser un proceso que lo desesperaba profundamente y lo hacía tener algunos altibajos en lo que iba de su existencia.

—Ella no tenía mucha relación con aburridon, incluso, se aborrecían el uno al otro, sólo está guardando un día de luto por la roja.— Admite achinando sus ojos. —Pero parecía estar lo suficientemente tranquila cómo para dejarme en calma, que yo sea un psicópata y no pueda dejar de observarla es otra cosa.— Agrega inflando su pecho.

Su amigo asiente. —Si, no tenía muchos amigos, una pena.— Se burla y ambos estallan en carcajadas.

Arden había disfrutado poderosamente de arrancar su corazón con sus propias manos, hubiera preferido no hacerlo delante de Blaire, aunque en ese entonces no había tenido mucha opción al respecto de cómo comportarse.

Tenía que hacerlo porque el tiempo corría y no podía llegar a pensar en los años colaterales que aquello podía causar.

—¿Y ella?— Señala con la cabeza hacía la habitación de Arden.

El Hijo de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora