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—Quiero estar solo, Hakeem. Necesito que vayas con ella.— Pasa una mano por su frente, la cuál comienza a sudar poco a poco.

Su amigo lo mira cínico, no hay posibilidades de qué se vaya ahora mismo. Menos que menos, sabiendo que Blaire tiene a Deaton con ella.

—Sabes que no me iré, Arden, no seas imbécil, si no querés hablar del asunto no hablamos y está bien, pero no me iré.— Suspira.

Y espera que Arden no lo mandé al demonio.

Sin embargo, su amigo sólo le hace una seña con su dedo del medio.

—¿Que carajos paso?— Hakeem frunce sus labios, al verlo de aquella manera.

—¿No dijiste qué si no quería hablar no lo haríamos?— Arquea sus cejas.

Su amigo sonríe alzando sus manos. —¿Puedo preguntar y ver qué respondes, verdad?— Parpadea dibujando una aureola en su cabeza de forma imaginaria. —¡Es una forma de incursionar en la buena suerte!— Le guiña un ojo.

Arden lo mira furioso. —Ni lo menciones, no quiero hablar de esa mierda.— Pide ronco con una mano en su corazón.

Él pecho le duele horrores y no quiere reconocerlo.

Hakeem sigue parado de pié frente a él. —No estoy hablando de eso, me refiero a que paso para que ella se fuera así.— Murmura.

Ve la fuerza que está haciendo su mejor amigo, y protegido, por mantenerse estable, por no explotar y por no comenzar una guerra contra sigo mismo, incluso, cree qué está realmente explotando por dentro, al no haber perseguido a Blaire.

—Aburridon llamó, para contarle qué el imbécil de Josué estaba muerto, y estaba más que claro qué había sido yo quién lo mato.— Sonríe con orgullo.

Hakeem infla su pecho.

—¡Imbécil de mierda, esa escoria ya está empezando a molestarme!— Escupe rodeando los ojos.

Arden asiente mordiendo su labio inferior. —Quisiera matarlo, también.— Sonríe maldicioso. —Estabamos a punto de empezar a hablar sobre Issac, ella tenía qué quedarse a escucharme.— Pasa una mano por su nariz. —¡Pero prefirió irse con ese inútil bueno para nada!— Bufa tragando saliva.

Hakeem niega con la cabeza. —Arden... Es su mejor amigo, ella tiene que ir con él, la conoces. Es obvio qué la roja no va a dejarlo, y menos cuándo se le murió un amigo.— Argumenta obvió.

Arden lo mira frustrado.

—¡Ella tenía que hablar conmigo y lo sabía! ¡Y quería quedarse quedarse conmigo a hablar porque estaba interesada en eso, y llega este imbécil y se va!— Explica achinando sus ojos. —Y ni siquiera se porque eso me pone los pelos de punta, haciéndome sentir un completo imbécil al qué quisiera golpear.— Escupe.

Se intenta poner de pie y hace una mueca con sus labios, volviendo a perder el equilibrio.

—¡Tranquilo!— Demanda acercándose a él, para evitar que se caiga al suelo.

—No necesito ayuda, Hakeem.— Escupe molesto.

Hakeem sonríe. —Si claro.— Sisea rodeando los ojos.

Arden se suelta de su agarre, y vuelve a dejar su cabeza con sus ojos cerrados en el respaldo del sillón. —No la necesito.— Vuelve a balbucear y lo señala.

El guardián muerde su labio inferior, llevando ambas manos hacía sus caderas, para reposar las mismas allí por unos instante.

—"¿Que tiene?"— Pregunta a los gemelos.

El Hijo de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora