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—¡Deaton, carajos!— Sisea su dueño con la mandíbula apretada y el corazón en la boca.

Siendo la primera vez en toda su existencia que podía reconocer en voz alta lo que significaba esa frase.

Hakeem sonríe.

No es necesario que pregunte y qué comience a indagar hacia a su mejor amigo para darse cuenta de que acaba de mencionar su nombre por una buena razón.

—¿Lo sentiste?— Infla su pecho de orgullo.

Arden traga saliva y parpadea. —Esta afuera ya.— Suspira aliviado.

Avanzando por el lujoso edificio. Mirando hacia su alrededor con cautela.

Pasando desapercibido para cada uno de esos humanos a su alrededor.

—Ella estará bien, Deaton sabe lo qué hace, no pierdas la cabeza.— Palmea su hombro.

Arden maldice por lo bajo, si todo esto no hubiera sido una obligación para él, probablemente ahora estaría acostándose con cualquier demonio, o humana disponible, y no sentiría esa terrible angustia en el cuerpo al estar pensando continuamente qué es lo que le podría llegar a estar pasando a la pelirroja.

Al punto de sentirse completamente miserable, y no poder reconocer por sus propios medios que estaba loco y perdidamente enamorado de ella.

—¡Sólo quiero matar a ese imbécil, y qué toda su sangre corra por mis manos de la mayor manera posible!— Exclama.

—Es tu medio hermano, así que también sería tu sangre, no suena muy bien qué digamos.— Hakeem frunce sus labios.

Arden coloca sus ojos en blanco. —¡Es insignificante para mí ese detalle, voy a matar a ese inadaptado qué quiere jugar a ser cómo yo y no tiene ni idea de lo qué eso significa!— Escupe con recelo.

Su amigo, sonríe levemente a medida que avanzan entre la gente siguiendo la fragancia tanto de la pelirroja, cómo así también del medio hermanastro que ambos comparten.

—Pero para ella no, Arden, no te olvides qué ella está presente y cómo se puso cuándo castigaste a Seth.— Lo mira de reojo.

Y no es que había optado por ponerse a decir pavadas, en una situación crítica, sino que estaba intentando preparar a su mejor amigo, para qué cuándo se encontrará con Blaire, no se chocará la cabeza contra la pared.

—¡Ella va a tener que hablarme en algún momento, y si no lo hace, al menos la mantendré con vida, qué se supone esa es la idea de toda esta porquería desde que comenzó!— Sonríe maniático.

Hakeem aprieta sus labios. —Se qué lo hará, porqué esa muñequita está desesperada por vos, aúnque, no lo quiera admitir y reconocer.— Sonríe con autosuficiencia. —El problema es el tiempo en el que demoramos en venir a rescatarla, y estimo que ese imbécil la puso el corriente más de lo que nos gustaría.— Agrega mordiendo su labio inferior con enfado.

Arden achina sus ojos, tenía qué admitir que la versión de su guardián era correctamente posible, pero en su cabeza no había otra cosa que salvarla, y sacarla de allí de inmediato.

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—¡Carajos!— Gruñe ronco y sorprendido.

Issac se levanta con una mano en su abdomen, ahora mismo no entendía porqué es que no dejaba de sangrar, había sentido algo extraño, algo igual de extraño qué cuándo su primera madre falleció, pero no comprendía, del todo, la relación que eso podía tener con el sentimiento que le estaba recorriendo su cuerpo de punta a punta.

El Hijo de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora