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—¡Mierda, mierda, mierda!— Arden golpea el espejo del baño.

Se había declarado con alma abierta hacia Blaire, y a pesar de que ella había respondido de manera positiva, no tenía ni la menor idea de si había sido solamente por el hecho de estába recibiendo uno de los mejores orgasmos hasta este último momento en el que habían tenido sexo, o por la emoción del momento.

—¿Preocupado?— Deaton lo sorprende.

Arden maldice dándose media vuelta.

Le había dejado el baño principal de la habitación para la pelirroja, y él estaba dándose un pequeño baño en uno de los cuartos del pasillo.

Esperando tener un momento de privacidad para reconocer lo imbécil que se sentía en estos momentos, al no saber qué decir o hacer en cuanto saliera de esa habitación y tuviera que entrar a donde Blaire lo estuviera esperando.

—¿Que estás haciendo acá?— Traga saliva.

Deaton mantiene sus labios apretados, cruzándose de brazos y apoyando levemente su hombro sobre la pared.

—Supuse que sería el único con el que quisieras hablar después de haberte declarado a la pelirroja en esa escena de sexo poco dura y más bien romántica.— Chasquea la lengua.

Arden hace una mueca con sus labios observando a su oscuro a través del reflejo del espejo, qué Deaton estuviera diciendo aquellas palabras complicaba todo.

—¿Por qué carajos me están espiando?— Sisea apretando sus puños.

Al punto de dejar los mismos en blanco.

—Nadie se atrevería siquiera a espiarte, Seth me mencionó solamente a mí que posiblemente necesitarás hablar con alguien antes de volver a enfrentarte a la pelirroja.— Traga saliva soltando un suspiro.

Arden cierra sus ojos pasando ambas manos por su rostro.

—Siempre tiene que estar ese niñato en el medio, voy a cortarle la lengua y sus estupidas pelotas de mierda.— Bufa, dándose media vuelta.

Deaton alza sus manos. —¡Se que parece que siempre hace todo para incordiarte, y déjame recordarte que él sigue siendo una parte de vos, por lo cuál es imposible que te quieras auto sabotear a vos mismo!— Demanda con absoluta confianza en sus palabras.

El semidios aprieta su mandíbula con fuerza. —¡Eso no significa que sea un jodido metido qué saca lo peor de mí!— Exclama.

Su oscuro suspira. —¡Puede que quieras pasar el poco tiempo que tenemos un reclamando a tu oscuro más viejo, pero el oscuro en el que más confias está parado frente a vos para recordarte que no tiene nada de malo que hayas admitido que las amas, y qué la amamos, cada uno de nosotros.— Suelta ronco.

Arden siente un escalofrío recorrer su espalda al escuchar las últimas palabras.

—¿Y que hay con eso?— Sisea. —¡¿No voy a cortarme las venas por haberle dicho qué estoy enamorada de ella, sabes?!— Bufa.

Deaton sonríe. —Dejame que sea el segundo que hable con ella, los gemelos van a complicar todo, y yo puedo ser la parte más racional de todo esto.— Argumenta. —Sin hacerte dejar en ridículo.— Agrega.

Arden lo observa fijamente diciendo su respuesta de manera inmediata.

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El Hijo de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora