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Blaire se enfoca en mantener su cabeza ocupada, ayuda a Silvye en su hogar, tras un pequeño cambio de estilo que la druida le había querido dar al mismo, pareciendo ser el fin de una era para ambas amigas, y una forma de renovarse.

Si bien, no era la mejor amiga del guardián, eso no significaba que no se hubiera sentido frustrada por no haber detectado a tiempo las maldades que pasaban por su cabeza y todo lo que había planeado detrás de la espalda de la pelirroja.

Siendo, Silvye, quién con más culpa se sentía a todo momento, debido a que tenía el cargo de ser la druida de aquel demonio mayor, y ahora dándose cuenta de que ese demonio mayor nada más y nada menos que la hija del diablo, la culpa recaía completamente sobre sus hombros.

—¿Segura qué estás bien?— Traga saliva y deja a un lado el pote de pintura.

Tenían que admitir que habían estado muy poco tiempo para tan grandes cambios que habían logrado, y lo mejor de todo es que no habían utilizado nada de magia, ya que la druida no contaba con ese potencial, pero sí había contado con la ayuda de de blaire para mover los muebles y tapar algunos otros que eran imposibles de mover y comenzar a pintar con colores mucho más vivos las habitaciones.

Además de la limpieza que había hecho con anterioridad Silvye, queriéndose deshacer de todas aquellas cosas que no sumaban ni restaban en el estilo de vida que quería empezar a implementar en estos momentos.

—Si, sólo necesito seguir pintando para mantenerme con la mente ocupada y no pensar en lo que está haciendo ahora Arden.— Traga saliva al admitir aquellas palabras.

Y lo peor de todo es que se siente una completa obsesionada y tóxica, no siendo para nada el prototipo de persona que ella misma creía que era su personalidad, y no pudiendo entender cómo es que se estaba dejando llevar de esa manera por los celos y por el enojo que le había generado el saber que el semidiós había tenido más que una aventura para con Dios.

—Se que ya hablamos de esto, pero podemos volverlo a hablar para que te quedes más tranquila, o al menos dejes de pensar en eso.— Muerde su labio inferior queriendo encontrar la forma de poder ayudarla.

Blaire niega con la cabeza en reiteradas oportunidades, y continúa pasando aquel color lima tan bonito en la superficie. —No creo que se solucione tan sólo conseguir hablando sobre el tema.— Infla su pecho.

Silvye la observa levemente perturbada, ya que quiere poder ayudarla y se da cuenta de la carga emocional que está teniendo la pelirroja por todo su cuerpo, y que a pesar de que quiere fingir que no le molesta, claramente, sí es algo que le molesta.

—No, no quiero sentirme de esta forma, pero tampoco nunca tuve una pareja cómo para saber cómo es que tengo que sentirme, y creo que también esto viene arraigado a todas estas cosas nuevas que están pasando por mi vida.— Frunce sus labios y comienza a soltar aquellas palabras a medida que pasa la brocha por la pared.

Su mejor amiga asiente con la cabeza, y vuelve a su tarea en la pared contraria, creyendo que si dejaba que ella comenzara a hablar, en una especie de monólogo, podría llegar al menos, a soltar aquella angustia que estaba irradiando toda su mente.

—Creo que te estás haciendo demasiado problema respecto a cómo te estás comportando, teniendo en cuenta que a él parece no importarle.— Murmura algo relajada.

Habiendo podido opinar levemente sobre cómo es que el ojigris observaba a su mejor amiga a todo momento, y parecía que no tenía ojos para ninguna persona que no fuera ella, y respecto a eso, no parecía importarle que Blaire se pusiera celosa por haberse enterado de sus relaciones antiguas.

Además, que para su pensar, tampoco le parecía algo demasiado ilógico el hecho de que una se pusiera celosa, o tuviera ese pequeño bichito de la curiosidad al saber que habían tenido una relación bien o mal, algo extensa, y que no tenía tampoco ni la menor idea de cómo podía competir con una persona a quién todo el mundo conocía cómo Dios.

El Hijo de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora