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Arden se aleja, cerrando los ojos y maldiciendo. —¡Carajos!— Demanda.

—"Arden..."— Deaton sisea en cabeza a modo de advertencia.

Blaire parpadea soltando el aire en sus pulmones. Jadea cuándo lo siente algo tenso e incómodo.

Y cree que es ella la culpable de esa incomodidad.

—¿Me pase, verdad?— Sonríe, alejándose cada vez más de su cuerpo.

Él pasa una mano por su cabello. —No puedo, pero no es por vos, carajo, esto es una mierda.— Traga saliva.

Blaire parpadea, teniendo la extraña sensación de qué hay algo extraño en ella.

Mira a los felinos que tienen la mirada fija en ella, y aprieta sus labios, abrazándose a si misma y sintiendo una inagotable fuente de vergüenza revolverse en todo su cuerpo.

—Lo lamento, no tendria que haber venido, siquiera.— Sonríe algo tímida.

Arden tuerce sus cejas.

Se siente un imbécil porqué la acaba de hacer sentir mal, tan solo porque él no puede acostarse con ella, al saber qué no habrá vuelta atrás si lo hace.

Y es tan orgulloso qué no es capaz de admitir que se muere por ella, qué nada importa sobre la misión, o sobre aquella petición especial del diablo, solo importa Blaire, ella, solamente la pelirroja parada frente a él, qué lo mira de ese modo tan constante y desenfrenado.

—¡No, carajos!— Alza sus manos.

Blaire sonríe dulcemente, dando unos pasos hacia atrás.

—Esta bien, se que no soy tu tipo, recuerdo que en una infinidad de veces me lo dejaste mas qué en claro.— Muerde su labio inferior.

Arden lucha consigo mismo, mientras que cabeza va en sus oscuros hablando, en escuchar a Seth pelear por su aire una y otra vez, en recordar que tiene que decirle a Blaire la verdad sobre Issac y qué también sabe qué es lo que se llevaron de la casa de Sylvie, ni hablar del echo de qué en su cabeza no deja de reproducirse la idea de qué ella es virgen, que tiene que dejar de serlo de forma inmediata para que su sangre no sea tan dulce, pero en su cabeza pasa la idea de que necesita marcarla para que Blaire sea solo de ella.

—Muñeca.— Sisea ronco.

Blaire se gira, cuándo siente su toque en su brazo.

Arden la mira con una clara duda en su rostro, sus ojos están negros, y sus labios entre abiertos.

—¿Por qué parece que estás luchando con vos mismo?— Se queja.

Él remoja sus labios. —Porque eso estoy haciendo.— Sonríe cínico.

Todo el ambiente se habia enfriado levemente, y era imposible qué Arden no lo sintiera, al mismo tiempo qué sentía la decepción en los brazos de Blaire.

—¿Por qué?— Se suelta de su agarre.

Arden maldice, aprieta sus labios, y mueve su cabeza hacia un costado. Volviendo a tomarla, pero está vez de las caderas, para quedar enfrentados, cómo lo estaban haciendo hace instantes.

—Porque si hacemos esto, no hay vuelta atrás.— La mira obvió.

Blaire se ríe, mordiendo su labio inferior. —¿Te preocupa que sea virgen?— Exclama sorprendida.

Arden traga saliva.

—Entre otras cosas.— Murmura con sus manos apretadas al rededor de su cintura, hasta, incluso, Blaire titubea cuándo siente el ardor en su piel.

El Hijo de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora