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—¿Él?— Blaire traga saliva. —Yo creí que hablaríamos primero con los gemelos.— Titubea.

Deaton sonríe maldicioso, pasando una mano por la comisura de sus labios y bajando levemente la mirada sin decir una sola palabra.

Era obvio qué ella se pondría nerviosa por su presencia y no podía evitar pensar que se veía adorable de aquella forma.

—¡No haré que vayas por edades, lo único que eso logra es despertar el morbo en los gemelos y mi mal humor, creeme que lo qué menos necesitamos es qué me encuentre de peor humor!— Demanda autoritario.

Blaire entre abre sus labios, sin saber muy bien qué decir al respecto.

Solía estar levemente acostumbrada al sarcasmo y a las palabras con doble sentido que podía llegar a tener el semidios para con ella, no obstante, no dejaba de ser un poco intimidante e incómodo el hecho de que todas sus personalidades y sus particiones de almas hablaran de la misma forma.

—¡Si, claro!— Sonríe nerviosa. —¡No dejan de ser tus almas, así qué supongo que no hay nadie mejor que vos para definir con quién tenemos que hablar primero!— Agrega. —A mí me da igual con cuál sea primero.— Infla su pecho.

Arden ríe.

—¡No tenemos que hacer esto si no tenés ganas, yo realmente no tengo ganas de hablar de toda esta mierda y lo sabes, muñeca!— Propone alzando su mano.

Estando más que a gusto con la sóla idea de levantarse de aquel sillón y salir de esa habitación para poder ir a torturar a Issac.

Blaire sonríe, arqueando sus cejas.

No iba a permitirle al semidiós qué se saliera con la suya, no cuándo ella necesitaba hacer aquello y poder sacar cada una de sus dudas, además de comprender mucho más a Arden, siendo una buena forma de poder perdonar lo qué había ocurrido en su penthouse y quitar aquella pequeña espinilla qué aún le había quedado por la discusión entre los dos.

—¡Si tenemos, y no quiero tener que dejártelo en claro cada vez que aparezca una de tus almas para hablar conmigo cómo habíamos pactado cuándo llegué a este lugar!— Sisea. —Quiero saber cuál es tu historia.— Enfoca sus ojos en los de Deaton.

El mismo infla su pecho observando de reojo a su creador, al mismo tiempo qué puede sentir los ojos de la pelirroja quemando su rostro.

—Genial.— Arden no hace más que inflar su pecho haciendo chasquear sus dedos para que su vaso de whisky sea rellenado por arte de su magia.

Eleva el mismo hacia su oscuro y no hace más que con ese gesto darle la autorización para que continúe con la conversación que ni siquiera había iniciado.

—¿Con qué te puedo ayudar?— Murmura enfocando su vista en la de ella.

No queriendo ser del todo invasivo para con la persona de la cuál cada uno de ellos estaban enamorados, teniendo en cuenta que la persona principal que estaba enamorada de Blaire es nada más y nada menos que Arden. Y puede que ellos fueran la misma persona y que cada uno de esos oscuros sea la materialización de sus almas, lo que no los hace partícipes de ese sentimiento tan profundo y egoísta que puede llegar a sentir el semidios por la pelirroja.

Queriendo ser muy cuidadoso con cada palabra o con cada mirada que pudiera tener para con ella, siendo que eso podía llegar a dañar a Arden. Y si había uno de sus oscuros que no quería faltarle el respeto y ni siquiera quería ganarse una mirada de reprensión por parte de él, ese era Deaton.

—¿Cómo fuiste creado?— Traga saliva al preguntar.

Deaton chasquea la lengua.  —"Lo siento."— Susurra en su mente.

El Hijo de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora