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Arden de brazos cruzados, apoyado en el capot de su auto suspira pasando ambas manos por su cabello...

Hace pocos minutos que la luz de la ventana que da a la habitación de Blaire se apago y ya no puede disfrutar de su silueta tras la misma.

—¿Cuidando a la niña?— El jefe lo sorprende.

Arden suspira aun apoyado en el capot de su auto. —¿Espiando a tu favorito?— Se burla.

El jefe sonríe y chasquea la lengua dándole la razón con una risita simpática en sus labios.

—Quizás sí... O quizás no, sólo pasaba por el mundo de los humanos para ver que tan bien iban las cosas.— Murmura poniéndose frente a él.

—Ya lo creo.— Mueve su cabeza a un costado.

No hay nadie en la calle en dónde están estacionados, y así está la misma desde que dejó a la pelirroja en la puerta de su departamento...

No pudo irse...

Sabe que Hakeem, probablemente, lo esta vigilando desde lejos, para darle su espacio, ya que se encuentra muy confundido y abrumado con sus sentimientos y pensamientos...

Pero aquello no le preocupa ya que agradece, en cierta forma, de que su amigo no lo esté interrumpiendo al menos en estos pequeños instantes de soledad...

Estar cerca de la pelirroja cada vez lo dejaba más desganado, y bastante confundido y perturbado en cierto modo...

Aquella es una sensación que le genera mucha rabia y pesar en todo su cuerpo mente y alma, si es que tenía una, debido a que se siente abrumado cuándo se aleja de ella y tiene la febril necesidad de no permitir que aquello suceda.

Arden esta seguro de que no puede permitir que aquel lado posesivo de él saliera a flote, conocía a la pelirroja más de lo que ella sabía... Y eso se lo debía a los más de tres años en que estuvo analizando, cuidando, aprendiendo de ella e, incluso de todos sus hábitos mundanos.

—¿Estás faltó de sueño?— Sonríe divertido.

—Estoy faltó de buen genio.— Responde sin más.

Era uno de los pocos al que no le importa contestarle de manera descortés o grosera al mismo diablo...

El mismo si ríe una vez más en silencio. —Bueno eso es una novedad en vos, ya que siempre sueles tener muy buen sentido del humor.— Mueve sus cejas en si dirección.

—Aja.— Murmura sin mucho ánimo de responder.

—¿Tiene algo que ver con el hecho de que la estés acechando y cuidando su descanso?— Suspira...

Arden lo mira con pocas pulgas. —En realidad eso lo hago porque lo que me encomendaste que necesitabas que hiciera.— Sonríe irónico.

—¡Me extraña que tengas mal humor dadas las circunstancias!— Sonríe malicioso, a lo que Arden arruga su entrecejo.

—¿Dadas las circunstancias?— Se carajea rodeando los ojos.

El jefe sube sus hombros obvio... —¡Eso dije, querido Arden, dadas las circunstancias debería de ser otro tu humor!— Responde burlón.

—¡¿Cuál de todas? ¿Que no encontremos a ese imbécil o que siga paseándose por ahí como si nada?!— Rueda los ojos chasqueando la lengua.

El mayor sonríe.

—Que estas enamorado, Arden.— Arquea sus cejas para mirarlo con total sinceridad, incluso, una sonrisa para nada burlesca enmarca su rostro.

El peliblanco niega con la cabeza completamente incrédulo de haber escuchado aquello. —¡No digas pavadas, por favor!— Murmura tragando saliva.

El Hijo de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora