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—No se por dónde empezamos.— Roath pasa sus manos por su pantalón mostrándose nervioso.

Arden sonríe burlón tomando asiento en los sillones qué el guardián de las almas había señalado.

—Creo qué puedo ser yo quién inicie.— Blaire traga saliva tomando asiento a un lado del semidiós.

Y por más qué tiene ganas de tomar su mano para qué le genere confianza no lo hace. Sólo infla su pecho y mira a quién fue su padre por toda su vida.

Roath asiente dejando las tazas de café a medio volcar en la pequeña mesa qué tienen delante de los tres.

Arden chasquea los dedos y la bandeja queda en la misma, sin chorrear una sóla gota del líquido, lo qué hace que él guardián le agradezca con una pequeña mirada.

—Si, claro.— Sonríe nervioso. —Todo tuyo.— Titubea mirándolos a ambos.

Arden suspira acomodándose mejor para darse el lujo de poder tomar una taza de café mientras que no deja de observar al guardián. —"Podés relajarte."— Sisea en su mente.

Roath lo observa y cierra los ojos.

Es inevitable no sentirse nervioso o preocupado por lo que le pueda llegar a decir la pelirroja.

Lo qué más teme en estos momentos es que su hija del corazón no quiero saber absolutamente nada para con él, y a pesar de que se dieron un abrazo increíble apenas se reencontraron, eso no significa que todo se encuentre bien entre ellos.

—"Lo intento."— Susurra.

Blaire hace el mismo gesto que Roath de pasar sus manos por sus pantalones para alivianar tensiones y mira a Arden, quién le da un asentamiento de cabeza para qué inicie y no tenga miedo de aquello.

Y a pesar de qué ella no tiene miedo, sino nervios, se siente mucho más a gusto cuándo Arden le declara aquella mirada de apoyo, sintiendo la misma calma qué surgió en su cuerpo cuándo el semidiós le dejo en claro qué estaría con ella para lo qué necesitara.

—Bien.— Murmura mirando a Roath.

—Podes decirme lo qué quieras, Blaire.— Declara un poco más relajado.

Arden continúa bebiendo de su café, siguiendo los movimientos de ambos en silencio.

—Lamento si alguna vez fui grosera o me enoje porque no querías qué conociera de dónde es qué yo venía.— Inicia parpadeando.

Su padre niega, queriendo interrumpir cualquier tipo de disculpas qué haya por su parte. No cree qué sea conveniente qué Blaire se ponga a pensar en aquellos momentos qué ahora no suman para nada.

Además de qué eso no era algo qué le estuviera afectando en estos instantes, había sido algo del momento y sabía qué tenía plena responsabilidad en aquel entonces de haber hecho enojar a Blaire, por más qué fuera por su propia protección y beneficio.

—Blaire, no, no es necesario.— Aprieta sus labios.

Ella asiente mirándolo fijamente. —Si, si lo es.— Sube sus hombros siendo más qué honesta. —Fui muy grosera en aquel entonces, y si bien, puede qué lo justifique cómo algo de la edad, no creo qué sea suficiente justificación para admitir mi error.— Frunce sus labios.

Roath niega. —Blaire, estabas en todo tu derecho de estar en desacuerdo, éramos una hija y un padre qué no sabía muy bien cómo cumplir ese rol y creo qué ninguno de los dos tiene la culpa de aquello.— Baja la mirada.

—Es justamente eso, si estabas haciendo bien tu rol, y eras y sos mi padre, al menos para mí eso es lo qué cuenta, y por más qué las cosas sean diferentes hoy, no cambio eso, me estabas protegiendo y hoy te lo quiero agradecer.— Puntualiza tomando envión en aquella conversación.

El Hijo de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora