—¿Estás cocinando?— Blaire aparece en el marco de la puerta con una sonrisa entre sus labios.
Arden la observa coqueto, no pudiendo dejar de acostumbrarse a verla con sus remeras por su departamento.
Parecía ayer cuándo se le había encomendado cuidarla y recién conocía a esa pequeña bebé pelirroja que no tendría idea qué le cambiaría la vida a un vuelco total.
Y claro qué había sido, desde el momento uno una completa montaña rusa y un remolino de emociones y de sensaciones qué acompañaban la vida qué Arden tenía desde qué se le había puesto la misión de Blaire.
—Eso intentaba, de forma mundana.— Le guiña un ojo y le acerca una copa de vino. —Asi qué espero qué tengas hambre, muñeca.— Sonríe mirándola de arriba abajo.
Más allá del latiguillo de qué no habían parado de tener sexo desde qué habían vuelto de lo de Roath, Arden seguía manteniendo su lado más coherente al recordarse una y otra vez qué tenía qué alimentarla y mantenerla fuerte.
Recordando las palabras de su mejor amigo al recordarle qué tenía qué instruirla en los entrenamientos qué ellos tenían de forma diaria. Y los mismos no eran para nada livianos, por lo cuál debía de mantener una buena dieta estricta entre comida mundana y almas.
Blaire la acepta arqueando sus cejas. —¿Mundana?— Sonríe arqueando sus cejas. —Eso es nuevo y me da curiosidad.— Susurra luego de darle un sorbo a su copa.
—¿Te gusta?— Mueve su cabeza hacia un costado.
Blaire toma asiento en la banqueta de la barra y se dispone a ver su espalda ancha trabajando.
—¿El vino o qué estés cocinando para los dos?— Coquetea con él, jugando con su copa en la mano.
—Muñeca.— Sisea ronco dándole la espalda aún.
Blaire sonríe mordiendo su labio inferior. —¿Uhmm, qué hice ahora?— Murmura coqueta.
Aquel juego está empezando a gustarle, le toma el gusto poco a poco y disfruta demasiado de tener a Arden para ella, siendo una irrealidad qué jamás habría podido pasar por su cabeza en cuánto el semidiós aprecio en su vida.
Y ahora qué lo tenía para él, todo parecía encajar, encontrándole un sentido a la vida, un sentido de pertenecía qué no tenía idea qué necesitaba tener.
Se sentía libre, relajada, Arden no la juzgaba por cómo se sentía o por cada cosa qué hacía o dejaba de hacer, Hakeem la miraba cómo si fuera una más, y Silvye, quien siempre había estado allí para ella, seguía comportándose del mismo modo, dándole su espació, comprendiendo sus tiempos y apoyándola a todo momento.
No se había dado cuenta de lo qué tenía a su alrededor, hasta qué lo tuvo, hasta qué, lamentablemente, Karim falleció y se dió cuenta de lo mucho qué la detenían sus miedos, de lo mucho qué se dejaba envolver en las palabras de quién había sido su mejor amigo mundano a lo largo de los años, sin poder ser consciente en qué Karim no quería ser su amigo, quería ser cómo ella.
O al menos obtener aquel poder qué podían llegar a obtener los demonios, y más siendo uno mayor, algo qué le había hecho entrar en razón Silvye en cuánto tuvieron aquel momento a solas en su departamento para aclarar las ideas y todo lo que había sucedido en el secuestro frustrado de Issac para con ella.
Tan sólo había necesitado un pequeño empujón por parte de Arden y las palabras justas por parte de Silvye para darse cuenta de lo qué todos ya veían a su alrededor y ella no había sido capaz de ver. Tan sólo por el cariño qué le tenía a su mejor amigo, y no era para menos, había crecido con él y tenía esa fiel esperanza de qué algún día, Karim, la comprendiera y no la juzgará con cada paso qué daba.
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El Hijo de Hades
FantasyToda tu fe en la humanidad no bastará si subestimas a quién tienes enfrente. Únete a esta historia de Blaire Morel y Arden Abbot en donde ambos aprenderán del otro sin darse cuenta hasta que sea demasiado tarde como para evitarlo. 💎 Portada increíb...