El Hijo de Hades

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—¿Saben que esto puede ser tratado cómo acoso, verdad?— Murmura observando sus uñas de manera relajada.

Odiaba estar frente a Thomas, primera y principal porque claramente tenía una leve debilidad hacia su persona, y la segunda razón, pero no menos importante, era porque él sabía manejarla a su antojo, y en ciertos momentos llegaba a causarle miedo.

No por nada había sido el ángel más preciado que había tenido y la había traicionado de aquella manera logrando tener un imperio mucho más importante que el de ella misma.

—Y yo dudo que te sientas acosada por cualquiera de nosotros tres, incluso, debería de decir qué sos vos la qué está acosando a mi hijo.— Hades canturrea mostrándose levemente aburrido.

Había ha sido el primero en poner el grito en el cielo en no querer presentarse en esta reunión de imprevisto que había ocurrido, no obstante, cuándo Thomas le dejo en claro que había sido ella misma la que había solicitado dicha reunión, no le quedó de otra alternativa que presentarse a la misma acompañando a su mejor amigo, para poder cerciorarse de que su hijo no sufriera ningún daño colateral por parte de lo que Dios quisiera.

Ya había pasado por mucho en este último tiempo, y lo que menos quería era que se siguiera viendo involucrado con psicópatas que querían arruinarle su vida tan sólo por ser quién era.

—Y déjame agregar que creo que la que todavía no dijo lo que está haciendo en tierra mundana sos vos, por lo cual tenés mucho que perder, de la misma manera que mi hijo ya te lo dejó en claro con anterioridad.— Parpadea moviendo su cabeza levemente de costado.

Y aprovechando todas las palabras que pudiera decir en aquel momento para colocar la palabra clave que era llamar al semidios por lo que era, y no por lo que todos lo conocían.

Cosa qué Arden no perdía de vista ni un sólo momento, sabiendo a la perfección que Hades estaba intentando cualquier tipo de artimaña para poder acercarse al mismo.

Es más, todavía no tenía ni la menor idea de cómo es que estaba aguantando compartir una misma mesa para con él, y no mandarlo a donde verdaderamente creía que se merecía.

—Solo hacé las cosas más prácticas para todos, y mucho más livianas para vos, sobre todo, diciendo qué es lo que querés.— Arden toma la palabra pasando una mano por la comisura de sus labios.

Ya estaba comenzando a hartarse de la situación y necesitaba levantarse de aquella mesa para quitarse de encima a cualquiera de los tres presentes en la reunión.

—Quiero a tu hijo.— Parpadea inflando su pecho y mostrándose completamente relajada al decir aquello. —Y viendo y considerando que me estás empezando a quitar todos mis privilegios, creo que me merezco quedarme tranquila de dónde es que va a estar esa criatura.— Agrega alzando su barbilla y remojando sus labios con su propia lengua.

Hades, Thomas y Arden sueltan en una carcajada al unísono que retumba en todo el lugar, llamando la atención de las personas a su alrededor, pero volviendo a realizar el mismo gesto que habían hecho con anterioridad de volver a sus asuntos al saber de quiénes se trataban.

—No comprendo porque se están riendo, teniendo en cuenta de qué esa futura criatura es una amenaza para mi persona.— Sube sus hombros mostrándose completamente relajada.

Y no creyendo que es una completa psicópata al exigir aquello, o siquiera al exigirlo, ya que no tiene la autoridad suficiente de pedir una barbaridad de esa índole.

Hades observa de reojo a su hijo, pudiendo llegar a predecir inmediatamente que está a punto de arrancarle la cabeza a Dios, sin importarle que sea un ser inmortal.