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—¿Estás bien, seguro?— Arden no puede evitar preguntar.

Blaire se seguía viendo con las mejillas ruborizadas y en sus caderas habían quedado aquellas marcas qué él había previsto, Pero qué a la pelirroja la dejaban sin cuidado.

—Si, estoy disfrutando de tu comida deliciosa y de tu compañía.— Sonríe arqueando sus cejas.

—Yo...— Niega angustiado, siendo una nueva faceta en su personalidad cuándo se trataba de Blaire.

A lo qué ella sólo sonríe llevando otro bocado a sus labios. —Me gustó lo que hicimos, y espero lo hagamos muchas veces más y mejor aún si luego vamos a comer así de rico.— Admite con sus ojos brillosos.

El semidiós no puede evitar soltar una carcajada qué inunda toda el área de la cocina, era increíble como Blaire, con aquella inocencia qué la caracterizaba podía llegar a hablar de un tema tan tabú cómo el sexo y luego hablar de comida a los pocos minutos.

—Te lastimé, de nuevo, y eso es lo qué me deja por demás intranquilo, muñeca.— Sisea negando y jugando con sus comida.

Prácticamente no había probado bocado y eso tenía mal a Blaire, quién le hace una mueca con sus labios para qué comience a comer.

—¡Y la otra vez se borraron súper rápido, y de la misma manera va a suceder ahora, tranquilo!— Le guiña un ojo para qué mantenga la calma.

Particularmente no podía dejar de pensar en qué Arden le había hecho el amor de aquella manera tan fogosa y alusinante qué le había dejado todo el cuerpo temblando, y cada vez qué miraba aquellas marcas en su piel, las mismas la llevaban a ese recuerdo increíble, por lo cuál, era fantástico qué estuvieran allí, al menos en su experiencia.

Y no podía creer qué él semidiós egocéntrico qué ella había conocido tiempo atrás, se estuviera mostrando tan preocupado por unas simples marcas que se irían en unas pocas horas.

—¿Por qué me estás mirando de esa manera?— Maldice pinchando con enojo de su porción.

Blaire sonríe mordiendo su labio inferior. —Por qué me gustó lo qué hicimos, y no me voy a espantar por unas simples marcas en mi piel, no cuándo te ví sacarle el corazón a Issac.— Parpadea e infla su pecho.

Siendo consciente de qué estaba, nuevamente, recordando aquella escena y la misma daba escalofríos, por lo cuál, lo qué le quería dejar en claro a Arden era qué no había manera de qué se asustara porqué le gustaba el sexo violento, además de qué no siempre era así, y él solía ser demasiado consciente al momento de complacerla, y por aquello es qué estaba agradecida.

—¡Muñeca, no podés nombrar a ese imbécil cuándo estamos hablando de sexo!— Maldice cerrando los ojos.

—Es la única manera en la qué vas a entender que no me voy a asustar, Arden, no me voy a ir, ni voy a pensar cosas malas de la única persona qué nunca me juzgo y qué siempre me protegió.— Sube sus hombros y lo suelta relajada.

Él traga saliva.

Sus palabras son un bálsamo de miel para su cuerpo.

—Carajos, lo estás haciendo todo tan fácil.— Sonríe mordiendo su labio inferior.

—¿Y no puede ser así?— Mueve su cabeza hacía un costado.

—Si.— Murmura ronco.

—Me dijiste qué este era nuestro momento, nuestro inicio, y qué podíamos hacerlo de la forma en la qué quisiéramos y ahora estás preocupado por unas simples marcas de dedos en mi cuerpo, cuándo lo qué quiero es qué no dejes de hacerlas.— Pestañea coqueta.

El peliblanco cierra los ojos y traga saliva negando una y otra vez. —Muñeca, no te conviene pedirme las cosas de ese modo porqué es lo qué vas a terminar logrando, y necesito qué hagamos algo más qué sexo y comida.— Se carajea mirándola burlón.

Blaire tiñe sus mejillas de colorado. —¡Pensé qué eso haríamos!— Se burla de él, tan sólo por seguir pinchandolo.

—¿Si?— Sus ojos se tornan rojizos.

—Si.— Blaire sonríe coqueta. —Debo de aprovechar el receso en la facultad.— Bromea con una media sonrisa de costado.

—Y entrenar.— Palmea sus manos, volviendo su atención a lo importante.

Y no porque el sexo con Blaire no fuera importante, pero se conocía y no saldrían de aquel penthouse y todavía ella no estaba lista para su cuerpo y para todo lo qué Arden podía durar en aquellos encuentros, a pesar de qué la pelirroja era un demonio mayor como él, tenía qué reconocer qué aquellas eran sus primeras experiencias sexuales y quería cuidarla y protegerla a todo momento.

Además de qué necesitaban entrenar, y necesitaban hacerlo en la manera qué Arden sabía.

Blaire frunce sus labios. —¡Que aburrido!— Deja su plato limpio con una sonrisa hermosa en su rostro.

Verdaderamente había disfrutado de cada bocado, y no podía creer qué Arden tuviera la capacidad de cocinar de aquella manera, lo qué la llevaba a pensar qué no es que no conocía demasiado sobre él y aquello era una buena manera de ir descubriendolo.

—¡Si, eso es lo qué vos pensas!— Sonríe maldicioso.

Blaire abre sus ojos levemente preocupada por qué clase de entrenamiento sea el qué vayan a implementar.

—¿Lo haremos juntos?— Traga saliva.

—Deaton me ayudará.— Explica relajado, terminando su porción.

El haber escuchado qué Blaire había quedado fascinada por lo qué habían hecho en la cocina y en la habitación lo había dejado mucho más tranquilo de lo poco que se encontraba, y eso ya era decir mucho, por lo cuál ahora podía darse el gusto de disfrutar de su comida para con ella.

—¿Que hay con los demás?— Infla su pecho encontrando el momento justo para hablar de aquello.

Arden achina sus ojos, era más qué obvio qué Blaire preguntaría por los demás y él no le iría a decir ninguna mentira al respecto.

—Estan castigados, aúnque, creí qué ya lo sabías.— Sonríe relajado.

—¿Por qué?— Suspira queriendo ayudarlos.

Sobre todo a Seth, con quién era imposible no sentir una conexión diferente a la qué tenía para con los demás.

—Digo...— Suspira bebiendo de su copa de vino. —Ellos, no hicieron nada malo.— Sonríe débilmente.

Esperando qué esa pequeña mueca logre mover alguna fibra en el interior de Arden para que deje a los oscuros en paz.

—Eso no lo podés dictaminar vos, muñeca.— Le guiña un ojo relajado. —Ellos se merecen el castigo, cada uno por acciones diferentes, qué los llevaron a un mismo final de sentencia.— Agrega relajado.

Y Blaire no hace más qué suspirar, siendo más qué consciente en qué no hay manera de qué pueda hacer cambiar de opinión al semidiós respecto a eso.

—Yo...— Susurra apretando sus labios con pena. —Ellos no son malos chicos.— Concluye, cambiando por completo el speech qué iba a utilizar en su primera oración.

Arden sonríe y se levanta para quedar frente a ella, tomándola de las mejillas con delicadeza y dejando un beso en sus labios.

—Sos hermosa, muñeca, y bondadosa, además, una cualidad de la qué carezco, y más para con esos idiotas.— Le hace saber mirándola fijamente a los ojos.

Blaire abre sus labios queriendo más de él. Además de acurrucarse en sus brazos y sentir la calidez de su piel. —Creo qué son increíbles, a su manera, de la misma forma qué vos sos algo único en el universo.— Lo señala con un pequeño golpecito de nariz.

Arden sonríe besando su frente. —Digas lo qué digas, hermosa, no me vas a convencer de qué no los castigue.— Susurra siendo delicado para con ella.

El Hijo de HadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora