Este amor

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Mereces amor de sobra, no sobras de amor.》

Parte 1.

Joaquín lo pensó un poco, su mente retrocedió un poco en el tiempo cuando tenía la propuesta de Canadá sobre la mesa ofreciendo un buen trabajo y asegurando cumplir sus sueños.

Todo era fantástico, estaba a nada de aceptar, realmente le causaba emoción poder hacerlo en otro país, pero sobre todo conocer un lugar nuevo.

Pero esta vez no tenía esa propuesta, la dejó ir por una que al final no valió la pena. Aún cuando no tenía razones que lo hicieran querer ir realmente a ese lugar, aceptó.

Se lo debía a Renata.

Su padre quería verla, y ella realmente deseaba poder abrazarlo una vez más u disculparse por todo para conseguir la tranquilidad que había perdido en el instante que se enteraron de su desaparición para después ser dado por muerto.

Envió a su padre lejos en el anonimato, dejando a su hermana destrozada arrebatando la posibilidad de que pudiera despedirse como se debía.

Aún sentía esa misma curiosidad por aventurarse en un lugar desconocido lleno de nuevas experiencias, pero el problema seguía estando ahí.

Humberto. Sería una vil mentira hacia su persona decir que ha olvidado todo, que por fin logró superar todo ese rencor y al mismo tiempo, terror que sentía hacia su progenitor.

Era incapaz de dejarlo atrás y sanar por completo, necesitaba enfrentarlo, pero se sentía tan aterrado como si de un niño pequeño se tratase.

— Nos iremos a Canadá. — dijo con una pequeña sonrisa esperando que algo bueno saliera de ello.

Azul se acercó a él para abrazarlo, sabía que no era sencillo para él dejar todo atrás como tendrían que hacerlo a partir de ese momento.

La actitud tan sumisa de Reyes ante las autoridades les resultaba extremadamente sospechosa.

Ahora tenía dos hijos a los que cuidar, no podía arriesgarse a que algo volviera a sucederle, vio el rostro horrorizado de Ethan, jamás se perdonaría si algo los dañaba.

Era por ellos que lo haría.

Fue en ese instante que tanto Joaquín como Azul decidieron renunciar a sus vidas en Los Ángeles y vender su libertad por los niños.

Pondrían en venta la casa que habían compartido durante años, donde los dos tenían buenos recuerdos, así como malos, dejarían sus trabajos, sus amigos, y todo lo que alguna vez vivieron en esa ciudad de en sueño.

Ya no tenían nada a que regresar, ni siquiera la seguridad para hacerlo.

Los Ángeles los había visto crecer juntos, era la ciudad que amaba sus nombres y aplaudía sus logros. Pero también se volvió una pesadilla, vio sus lágrimas y rió de sus caídas.

Se irían lejos sabiendo que en algún momento tendrían que volver con ese contrato que los tenía atados de pies y manos una vez más.

Joaquín no era el único que esperaba que esa decisión trajera cosas buenas consigo.

La mirada de la rubia se detuvo en el hermoso ramo de girasoles sobre la mesa, era simplemente precioso.

Se separó del abrazo para poder tomarlo, era muy lindo.

— Son preciosas. — dijo, tomó la pequeña nota que las acompaña seguida de una sonrisa que no pudo contener después de leerla. —Te las dio Félix, ¿cierto?

un brillo propioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora