Escapate conmigo

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Después de un par de horas Joaquín regreso a su casa, se sentía un poco liberado tras haberle contado la verdad a Emilio, pero, ¿por qué solo un poco? Por que no se la dijo completa, le daba miedo hacerlo por lo que pudiera pensar, por ejemplo que es un asesino y es que, tal vez si lo era, los hechos hablaban por si solos.

Al entrar a casa pudo ver como su familia se encontraba en la sala reunida, Humberto lo miraba un tanto confundido pero estaba dispuesto a ignorarlo hasta que su voz lo hizo prestarle atención.

— ¿A donde fuiste? Dijiste que estarías hablando con Andrés. — dijo Humberto.

— Por cierto hijo, ¿por que se fue? — dijo Elizabeth mientras lo miraba.

Dio un pequeño respiro articulando las palabras que diría, ni era tan difícil hacerlo solo no quería, pero sabía que en cualquier momento tendría que hacerlo, ese momento había llegado.

— Andrés regreso a California por que terminamos, se dio cuenta de mis sentimientos, incluso antes de que yo lo hiciera. — el silencio inundó la sala por completo, no sabían que decir — no te dije que hablaría con él, dije que hablaría con mi novio........ Decidí darle una oportunidad a Emilio.

Todos se encontraban realmente impresionados con eso, todos excepto Humberto, quien parecía estar invadido por la rabia y no era para menos, un plan más era estropeado por la simple existencia de Emilio, esto no podía estar pasando, tenía que ser una maldita broma pero por la seriedad de su hijo pudo darse cuenta de que no era así, la rabia yacía en él con el solo hecho de pensar que lo que pudo haber sido un gran negocio se estropeó.

— ¡No! ¡Ya olvidaste lo que pasó o que! — dijo Humberto enojado. — ¡No puedes regresar con él, Joaquín! ¡Te lo prohibo!

Eso hizo enojar a Joaquín, sabe exactamente lo que sucedió y como lo tomó, pero Emilio le explicó todo, él estaba equivocado pero lo más importante, lo amaba, jamás dejo de hacerlo por más que lo intento, no volvería a renunciar a su amor, así debiera enfrentarse a su propio padre.

— ¡No! Tú no puedes prohibirme nada. — dijo en el mismo tono.

— ¡Soy tu padre! ¡Debes obedecerme! — su tono de voz aumentó y no era exactamente uno agradable — ¡Mientras vivas en mi casa harás lo que yo diga! ¡No lo aleje de ti para que saliera con esta estupidez!

— ¡Ya no soy el maldito niño al que puedes controlar, Humberto! — la rabia se estaba apoderando de él, estaba demasiado enojado por todo lo que había estado pasando, con Christian, con Humberto, con los negocio, no sé dio cuenta del impacto tan grande que generó en su padre escuchar como lo llamaba así de nuevo, después de unos segundos cayó en cuenta de como lo había llamado, es increíble como algo que parece insignificante, algo sin palabras hirientes doliera tan profundamente en ambos.

— Hijo....... — dijo mirándolo con asombro y tristeza, sentimientos demasiado notables.

— Sí el problema es tu casa no te preocupes, hoy mismo me voy.

Sin decir más se dirigió rápidamente a su habitación en cerrándose en ella, lo último que necesitaba es que alguien fuera a a querer hablar con él, específicamente; su padre. Sintió un dolor en su pecho, nuevamente se encontraba en los tiempos de antes, en los que sentía una rabia y dolor inmensos hacia su padre, en los que lo llamaba por su nombre sabiendo lo mucho que lo lastimada que sus hijos lo hicieran, aun más por la frialdad con la que Joaquín lo hacia, con toda la intención de lastimarlo, esta vez lo hizo sin pensar, se dejó cegar por la ira, no le gustaba como se sentía tras lo sucedido anteriormente pero no estaba dispuesto a disculparse.

un brillo propioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora