Ahora.
Elizabeth fue a buscar a su hijo tan pronto como sacaron las galletas del horno. Al abrir la puerta de su oficina no podía estar más que feliz, después de tanto tiempo pudo escucharlo reír mientras hablaba con Samantha, por un momento creyendo que no volvería a oírlo.
Sus ojos miel se dirigieron a ella notando su presencia aún con esa sonrisa sobre sus labios que creía pérdida.
— Cariño, ya los están esperando los niños.
— Ya vamos. — contestó.
Ella se retiró casi de inmediato dejándolos solos de nuevo.
Samantha solo intentaba mantenerlo distraído de todo aquello que lo estaba atormentando, parecía haberlo conseguido cuando después de varios chistes malos consiguió hacerlo reír realmente, esa sonrisa lucia tan bien en su rostro.
Joaquín se puso de pie tomando la botella para dejarla en su sitio, a diferencia de la de Samantha su copa seguía intacta, le prometió no beber más y no lo haría, al menos quería poder mantener una de sus promesas.
Ambos salieron de la oficina en dirección a la cocina, al entrar las miradas estaban sobre él haciéndolo sentir verdaderamente incómodo, pero no podían evitarlo, se veía bastante bien a diferencia de cuando estaba a punto de llorar en ese mismo sitio.
Nadie dijo nada al respecto, no querían que volviera a su tristeza tan rápido, preferían mantenerlo su suficientemente distraído para que no pensara en ello.
Joaquín se quedó ahí con su familia, sus pequeños se acercaron a él para sentarse a su lado buscando estar cerca de su padre.
Ellos también se preocupaba por su salud aún cuando no sabían que era lo que le estaba sucediendo, únicamente sabían que no la estaba pasando para nada bien.
No había olvidado lo que Renata le dijo, no ignoraba el hecho de que su madre quería la custodia de sus hijos, mucho menos que sus acciones por ayudarlo estaban provocando sus discusiones con Guzmán.
No iba a permitir que eso sucediera, no dejaría que le quitará a sus hijos y mucho menos que lo internará en un hospital psiquiátrico, estaba cansado de escuchar todas esas historias que no le interesaban en lo absoluto, hasta que escucho unos pasos acercándose, sabía que era su madre queriendo averiguar cómo estaban las cosas, entonces lo hizo, comenzó a reír aún cuando no le había causado la mínima gracia.
Solo quería ir a su habitación y comenzar con el llanto que estaba por venir cuando ellos interrumpieron.
Pero ahí estaba, sentado junto a sus hijos, viendo como su madre hablaba aún cuando no la estaba escuchando, los demás reían, él solo sonrió para evitar las preguntas.
Guzmán no parecía estar compartiendo su sentido del humor, él solo veía a Joaquín, incapaz de creer que de un momento a otro una completa desconocida había podido curar su tristeza. Tan molesto con Elizabeth por qué tuviera la absurda idea de que podía influir en los sentimientos de su hijo cuando él claramente no había superado a Emilio, estaba sufriendo su ausencia y ella únicamente estaba pensando en conseguirle a alguien más como si lo que él quisiera fuera un poco de compañía.
Ambos se sentían tan enfermos de esa situación.El castaño estaba cansado, no importaba cuanto sonriera o cuántas veces pudieran escucharlo reír, no importaba si se esforzaba en ello o no, no podía ocultar las ojeras debajo de sus ojos, los bostezos que salían sin querer de sus labios, que se perdía en la conversación por el cansancio, no eran más de las seis de la tarde, no podía irse de ahí sin ocasionar una oleada de preguntas cuando lo único que quería era encerrarse en su habitación y dormir para no despertar en un buen tiempo.
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un brillo propio
Random- ¿Sabes por que el sol y la luna son tan hermosos? - Por que tienen un brillo propio, el cual los hace únicos, como tú...... ¿Joaquín será capas de enfrentar a sus padres por amor? ¿El amor que sienten podrá soportarlo? ¿El sentimiento es real? Son...