Hola papi.

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Parte 2/2
Narrador:
Esperó a que sus pasos se alejaran para poder adquirir tranquilidad de nuevo. En su cabeza comenzaban a aparecer todas las razones por las que querría hablar con él pero no podía estar seguro de ninguna, estuvo en sus juntas, obtuvo la memoria, hizo su trabajo, se está comportando, o en lo que cabe, toma sus medicamentos, a veces.

Comenzó a vestirse para después ambos bajar a la sala donde ya los esperaban Renata y doña Mary, solo faltaba Guzmán.
Ambos se sentaron en el sofá esperando, su nana solo los observaba con atención, Joaquín se encontraba recargado a su novio, sintiendo su calor al mismo tiempo que enviaba mensajes de texto, Emilio lo sujetaba, manteniéndolo cerca, jugando con una de sus manos, le mostró algo en su celular para después susurrar en su oído, pudo escuchar como ambos reían, su pequeño niño se veía feliz haciéndolo, era feliz a su lado, realmente lo era, nadie podía negarlo, él había cambiado, lo hizo enormemente.

Lo miraba y en ese sofá no estaba el pequeño niño que vio crecer en un ambiente disfuncional, tampoco era el adolescente problemático consecuencia de una pésima infancia, era distinto, ya no veía a un chico infeliz buscando nuevas emociones que llenarán su vida, no era un chico siguiendo las órdenes de un hombre que solo pensaba en sí mismo, era una persona amando a otra, mostrando lo mejor de sí mismo, convirtiéndose en eso mejor. Su mundo era diferente, toda su vida lo era. Emilio revisaba sus redes sociales mientras que él lo observaba como un completo bobo enamorado, lo es, cansado de disimular tomó su rostro y dejó un beso en sus labios, sin llegar a unirlos, solo haciendo contacto entre ellos, lo escucho decirle cuánto lo amaba y no podía estar más feliz por él, por qué sabía que esas palabras salían directamente desde lo más profundo de su corazón.

Emilio se puso de pie para contestar una llamada, él lo observó en todo momento mientras se alejaba, al volver su vista al frente pudo notar la mirada de su nana, camino hasta ella para sentarse a su lado.

— Lo quieres mucho, ¿Verdad? — asintió con una sonrisa.

— ¿Qué le ocurre a tus manos? — preguntó Renata, bajo su mirada hacia ellas, no dejaban de moverse desde la tarde anterior.

— Realmente no lo sé.

— Te despertó la tormenta anoche, ¿No es así? — hablo doña Mary cambiando brutalmente la conversación. — debiste haber dormido de inmediato.

— Lo hice. — ella lo miro entrecerrando los ojos, Renata observaba sin entender, entonces recordó la noche anterior, pero no sé delataría preguntado sobre ello. — ¿Ocurrió algo?

— No, eres todo un caso, mi niño.

La observó confundido, la tormenta no solo los había despertado a ellos, siendo ella testigo de las risas y sonidos que salían de esa habitación. Cuando estaba por hablar de nuevo regreso Guzmán al igual que Emilio.

— Joaquín quiero hablar contigo. — él se pudo de pie caminando hacia él, Guzmán le pidió que entrarán a la sala de juntas deteniendo sus pasos en seco, giro hacia Emilio, él solo asintió diciéndole que fuera, respiro hondo antes de poder adentrarse en la sala. — te dije que te hicieras cargo de tus obligaciones, pero no pienso permitir que sigas haciendo estás cosas, solo mira como terminaste.

— Fueron los hombres de Reyes, no quieren la memoria.

— ¿Estás seguro? — asintió. — no me explico por qué estaría detrás de ti. — entonces cayó en cuenta de con quién estaba hablando, su mirada se poso en él, sus ojos oscuros atravesaban los suyos. — Joaquín, quiero que me digas que diablos hiciste.

— Puede que me metiera con su hijo. — su mirada estaba sobre la mesa evitando la de Guzmán, no era algo que le enorgulleciera, ya no. — o que lo golpeara para después dispararle, pero pudo ser cualquiera, quizá se equivocó de sujeto.

un brillo propioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora