Vamos a casa.

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Narra Joaquín:

La mañana siguiente salimos directo al aeropuerto, desayunamos ahí mientras salía nuestro vuelo.

Nos encontrábamos sentados en un café del aeropuerto mientras esperábamos, no decíamos nada, Emilio parecía cansado, su brazo no le permitió dormir demasiado pues el dolor que parecía no existir se hizo presente en la madrugada, no me lo dijo, sé que no quiere preocuparme pero pude darme cuenta de ello.

No sé cuánto tiempo llevo mirándolo pero se ha dado cuenta, solo tomo mi mano y me regaló una de sus hermosas sonrisas.

— Tu madre llamó anoche, creí que habías hablado con ella. — dije mirándolo.

Se quedó callado y comenzó a revisar sus bolsillos buscando algo que parecía no encontrar.

— Creo que olvide mi celular en mi habitación, demonios, vera las sucias fotos que me envías.

Dicho esto comenzó a reír, sé que lo hace con la intención de aligerar el momento y en verdad se lo agradezco, me alegra que por lo menos uno de los dos intenta ser positivo.

— Te comprare uno nuevo cuando lleguemos.

— No tienes que hacerlo, además, venimos casi sin nada, desde cero.

Si tan solo supieras que tengo más de lo que debería, más de lo que merezco.

— Una vez allí eso cambiará, me encargaré de ello.

Sé que no comprende de que estoy hablando y en verdad quisiera que no lo hiciera pero en algún momento eso pasará.

Hablamos unos momentos y se levantó directo a la pequeña farmacia que se encontraba ahí para comprar unos analgésicos para calmar el dolor.

Aproveché para hacer un par de llamadas y arreglar nuestra llegada, todo estaba preparado, regresaba sin Humberto y todos sabían lo que eso significaba.

Las cosas seguirán el curso acordado.

Cuando Emilio regreso anunciaron que nuestro vuelo estaba listo. Lleve mis maletas y las de Emilio, no quería que lastimarla más su  brazo, al principio no le pareció para nada que lo hiciera alegando que podamos hacerlo solo, pero termino accediendo.

El vuelo fue silencioso y tranquilo, emilio pudo dormir un poco, tenía su cabeza recargada sobre mi hombro izquierdo, él estaba del lado de la ventana, al igual que a mí le encanta ese asiento, y después de todo lo que ha ocurrido no pude negarle que lo tomara él. No hasta que llegara y le diera instrucciones a Azul.

Después de unas horas de vuelo por fin anunciaron que el avión estaba por aterrizar. Emilio seguía dormido, se veía tan precioso y tranquilo que no me atrevía a despertarlo pero quería que viera lo hermosa que se veía la ciudad desde el cielo, a diferencia de a última vez que estuvimos aquí quiero mostrarle todo de ella y que la ame tanto como yo lo hago, me aseguraré de que conozca más allá de mi hotel. 

Cuando despertó le pedí que mirará por la ventana, podías ver los enormes edificios, y aquellos grandes árboles, la ciudad estaba por encender sus luces, el sol se comenzaría a ocultar pronto. Había un brillo en sus ojos y fue ahí donde me di cuenta que no había nada más hermoso que él.

Tomo mi mano y la entrelazó entre la suya, este sería un comienzo para nosotros, y podríamos cumplir nuestro deseo de vivir juntos.

Cuando el avión aterrizó se escucho la voz del capitán anunciando la llegada.

welcome to Los Angeles California, enjoy your stay

Cuando bajamos tomamos las maletas y fuimos directo a la salidas, ya había una camioneta esperándonos, podía ver su carita de confusión, si tan solo supiera que tendrá esa expresión por más tiempo.

un brillo propioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora