Atentado.

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Narra Emilio:

Hicimos lo que Joaquín nos pidió, en ese momento nos encontrábamos en el auto con doña Mary, mientras que Guzmán y Azul tomaron otro camino cuando se les dijo lo que sucedía, antes de irse nos advirtió que no saliéramos hasta saber que sucedía.

Llevaba conmigo su laptop y el maletín, recordando como Azul pronunciaba las mismas palabras que él. No quiero que lo abras si no es necesario mientras que yo seguía sin entender que sucedía, que es lo que contenía dentro.

Renata se aún se encontraba asustada, todo el camino se la paso abrazada de doña Mary quién no parecía estar mejor, y yo, yo únicamente trataba de mantener la calma para no alterarla más, pero dentro de mí todo estaba siendo un verdadero caos.

Pasaron alrededor de dos horas desde que salimos del centro comercial, nos encontrábamos en el auto, en un camino silencioso y abatido, finalmente llegamos a una hermosa y enorme cabaña, a su alrededor habían grandes árboles que movían ligeramente sus hojas en la dirección del viento, podía verse la entrada a lo que parecía ser un bosque.
El lugar era increíble, era hermoso, lo habría amado, habría estado bastante emocionado por estar allí, lo habría estado si tan solo las razones de nuestra llegada fueran distintas, razones que ni siquiera conocía.

El auto se detuvo. En cuanto lo hizo unos hombres nos abrieron la puerta para que pudiéramos bajar, pude notar como vigilaban los alrededores.

Todo el área se encontraba cubierta por altos y fuertes hombres de trajes negros, desde los zapatos a la corbata. Unos sostenían enormes armas en sus manos mientras hacían su trabajo, mientras que otros se encontraban caminando por los alrededores sin bajar la guardia un solo segundo. Eran algo cerca de treinta hombres armados, de los cuales, ni uno de ellos tenía cara de muchos amigos, sus miradas oscuras e intimidantes analizaban el lugar buscando la mínima amenaza, para así poder deshacerse de ella.

— ¿Por qué estamos aquí? — pregunto Renata aún con sus ojos humedecidos por las lágrimas, y su voz rota por el miedo que sentía, a aquel hombre que se encontraba frente a nosotros. — Te exijo que me digas cuál es el código, ahora.

— Son órdenes del señor Bondoni, nos encontrábamos en código alpha. — su voz era dura, su mirada estaba sobre ella mientras hablaba, su rostro permaneció serio en todo momento, los ojos de Renata se abrieron de golpe, sus labios se separaron listos para decir algo pero las palabras no parecían salir. — se quedarán aquí hasta no haya más amenaza, tienen que entrar ahora, mantengase tranquila, la mantendremos a salvo, señorita Renata.

— ¿Por qué aquí? ¿Qué quiere proteger? — las lágrimas salieron de sus ojos pero se mantenía firme a la fría mirada de aquel hombre.

— A ustedes, deben entrar, ahora.

Sin decir más tomó las cosas que llevábamos y comenzó a caminar en dirección a la cabaña al mismo tiempo que nosotros lo seguíamos.

— Eres un estúpido, Joaquín.  — susurro Renata.

Mi cabeza comenzó a especular, no sabía que estaba sucediendo, pero algo dentro de mi creía que tenía que ver con lo que escuché en la madrugada, como Joaquín hablaba con Guzmán acerca de una memoria, y yo me preguntaba, ¿Qué es lo que contenía?

Mi mirada bajo al maletín que llevaba en mis manos, al igual que la laptop, me pidió que nadie los tocará, y eso me incluía. Lo cual aumentaba aún más mis dudas acerca de lo que estaba sucediendo.

Una vez dentro de la cabaña no me moleste en ver a detalle su alrededor, era lo último que me interesaba en esos momentos. Aquel hombre nos daba algunas instrucciones de lo que no debíamos hacer, no debíamos salir, no debíamos acercarnos a las ventanas o la puerta, no debíamos usar el teléfono, no podíamos separarnos sin saber dónde estaría el otro.

un brillo propioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora