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Años atrás...

El viento soplaba en los rostros de las personas, acariciando suavemente las hojas de los enormes árboles.

La ciudad de Los Ángeles estaba entrando en el otoño, los días eran fríos, al igual que hermosos y fantásticos.

Todo era mucho mejor si tenías a alguien a quien abrazar con todo el amor que sientes dentro, transmitiendo la calidez de ese sentimiento creciente.

En el último piso de aquel hotel que estaba arrasando en el mercado se encontraba el departamento del único dueño. Joaquín Bondoni. Era un gran pecado vivir en esa ciudad y no saber quién era él o su familia.

El castaño se encontraba en su habitación, sentado sobre la cama recargado en el respaldo. Sobre él se encontraba una hermosa chica rubia, con su cabello tan brillante y lacio, y esos llamativos grandes ojos verdes, sus piernas estaban a sus costados.

Joaquín la sujetaba por la espalda baja, descendiendo cada vez que le apetecía. El castaño estaba únicamente en unos pantalones deportivos con su pecho al descubierto, mientras que ella tenía una camisa blanca abotonada del chico que acariciaba su piel, debajo una linda lencería que él mismo le había obsequiado y sus piernas al descubierto.

Sus labios estaban unidos en un beso, completamente despreocupados por el mundo, besándose con deseo, la rubia colocó su mano detrás de su cabeza, atrayendolo para profundizar el beso, el chasquido de sus bocas era lo único que se escuchaba en la habitación.

- Te amo... - dijo ella sobre sus labios con la respiración agitada, mirándolo a los ojos.

- También te amo, Sashy.

Volvieron a funcionar sus bocas, dándole tanta profundidad como lo que sentían, comenzó a desabrochar la camisa de la rubia quitandola sobre sus hombros, permitiéndoles admirar su hermoso cuerpo en esa lencería roja, ella bajo sus pantalones mandándolos lejos de su campo de visión, podía sentirse la temperatura aumentar en la habitación aún cuando allá afuera estaba mucho más frío que antes.

Se besaban con fuerza, sus labios danzaban juntos en un beso sucio mientras acariciaban sus cuerpos, el castaño bajo sus labios comenzando a dejar besos desde su mejilla, por su cuello, llegando a su hombro mientras sus dedos desabrochaban su sostén dejando sus senos al descubierto.

Podía escucharla jadear cerca de sus oídos, deseando aumentar ese placer como si su vida dependiera de ello. Se inclinó hacia ella hasta que su espalda chocó contra el colchón y él quedó sobre ella entre sus piernas.

Dejaba besos húmedos por todo su cuerpo desnudo, ella enredaba sus dedos entre su cabello castaño guiando sus caricias en sus puntos sensibles. Estaba por bajar su última prenda cuando se escuchó un fuerte golpe contra la puerta obligandolos a separarse.

- Mierda... - murmuró Joaquín al ver de quién se trataba.

- ¡Esto tiene que ser una estúpida broma! - gritó una Zoe furiosa. - ¡Y con esta zorra!

Salió de la habitación echando humo por los oídos, el castaño rápidamente se puso de pie. Se acercó a la rubia dejando un rápido beso sobre su labios.

- Dame un segundo.

Pidió, ella asintió. Se apresuro a salir de la habitación para alcanzarla antes de que se fuera.

Estaba por cruzar la puerta cuando la detuvo, regresandola al departamento.

- ¡Espera!

un brillo propioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora