Mira lo que me hiciste hacer

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《Cuando emprendas un viaje de venganza empieza por cavar dos tumbas》

Ahora.

Cuenta la historia de un hombre que alguna vez tuvo entre sus brazos al gran amor de su vida, esa persona que estaba atada a su corazón.

Un día alguien más decidió ponerle fin y arrebatar en un segundo esa sonrisa de felicidad, silenciar a un soplón más del montón.

Ahora quería justicia, pero también ansiaba venganza, alguien debió decirle que no podía tener ambas cosas.

Las camionetas negras se detuvieron frente al siguiente objetivo, una construcción de ese hotel que era la sensación a pesar de no haber salido al mercado aún.

Hombres vestidos igual que los demás obreros bajaron de las camionetas, tipos altos, fuertes y con rostros de pocos amigos.

Cada uno de ellos tomó un casco de seguridad y se adentró en un punto diferente de la construcción camuflados entre los demás trabajadores.

Entradas, salidas y cualquier ángulo de escape o escondite estaban siendo cubiertos sin que nadie tuviera la menor idea de lo que realmente estaba sucediendo ante sus ojos.

José (el jefe de obreros) les indicó con detalle cada punto frágil del lugar sin guardarse nada, tan pronto como la información fue entregada obtuvo a cambio dos maletines repletos de ese fabuloso papel verde que conseguía mover al mundo entero.

Todos tenían ese toque de dignidad que en algún momento se volvería frágil quedando expuesto, no importaba cuanto intentaran negarlo, el mundo entero tenía un precio y ese no sería el único que deberían pagar.

Aceptó su precio, habían deudas que pagar y una familia que mantener, en ese momento la moral desaparecía.

Los humanos están fabricados para cometer errores, puede que la estupidez y la ambición fueran los más graves de todos.

Tan hambriento de esa fortuna, que la gratitud de un trabajo estable con un buen sueldo quedó atrás, la amabilidad y confianza que el jefe castaño le tenía quedó sepultada bajo tierra, lista para ser usada como un sucio tapete.

Iba a darle otro nivel de vida a su familia, y a cambio, destrozaría una más.

Se hará lo que se tenga que hacer.

Hay un punto en la vida en el que los amigos desaparecen, la gratitud se esfuma, es momento de darle paso al egoísmo y esa ambición por obtener más.

La última camioneta llegó. La puerta del piloto se abrió dejando ver a un hombre vestido con un traje completamente negro, la oscuridad era cortada con el blanco de su camisa, los oscuros ojos hacían juego con su retorcida alma y amargo corazón.

El tiempo parecía detenerse mientras caminaba, José veía aquello que parecía sacado de una película, cuando el villano aparece después de una larga ausencia listo para desatar el caos.

Sabía lo que se venía, ya no había vuelta atrás, solo había una salida y de escogerla no viviría para contarla.

El intimidante hombre se detuvo cuando estuvo frente a frente con el jefe de obreros, se quitó esas oscuras bajas para mostrarle esos ojos repletos de rabia y una sonrisa que le obsequiaba un pase al caos.

— Todo está como lo ordenó. — se atrevió a decir. — El señor Bondoni está en el consultorio de la doctora Walker.

— Hiciste bien, José. — dijo con esa sonrisa que pronto se desvaneció regresando a la dureza. — ahora lárgate.

un brillo propioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora