Escúchame.

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Parte 3/3

Narra Joaquín:

Cuando salimos del restaurante fuimos directo al auto, él permanecía callado hundido en sus pensamientos. Tome su mano dando un ligero apretón, y eso fue suficiente para llamar su atención.

— ¿Estás bien? — pregunté.

— Lo estoy. — se acercó dando un pequeño beso sobre la comisura de mis labios para después darme una pequeña sonrisa. — tranquilo.

Pero no lo estaba, no podía estar tranquilo. No podía estarlo cuando ni siquiera él parecía lograrlo.

Arranque el auto y comenzaba a hablarle de cualquier cosa en un intento de distraerlo, y que con suerte olvidara cualquier cosa que Zoe le haya dicho. No sabía con exactitud si lo estaba logrando por qué tenía mi vista al frente del camino, hasta que me detuve en un semáforo y pude desviar mi vista hacia él, entonces me di cuenta de que no, no lo estaba logrando.

— Sabes que te amo más que a nada, ¿Verdad? — pregunté mirándolo, en un segundo sus ojos estaban en los míos.

— Lo sé, ¿Por qué?

— Por qué lo eres todo para mí, te amo tanto que si me lo pidieras dejaría todo y huiría contigo lejos de aquí a un sitio donde nadie nos conociera, te pediría que te casarás conmigo, tendríamos mucho hijos juntos, les contaríamos toda nuestra historia, y estaríamos juntos hasta ser ancianos y morir tomados de las manos amándonos por la eternidad. — hable más rápido de lo que pensé, pude escucharlo reír mientras me miraba, hice lo mismo sin perder detalle de él. — en verdad, te amo demasiado.

— Yo también te amo, tonto.

Dejo un beso en mis labios, el semáforo cambio a verde y tuve que devolver mi vista al camino. Ahora era él quien comenzaba a hablar contándome cualquier cosa.

Y yo estaba feliz de escucharlo, por qué así me relatara la misma historia toda la vida yo podría escucharlo sin cansarme, por qué jamás me cansaría de escuchar algo que lo hace tan feliz.

Pronto nuestra conversación cambio a cuando vivíamos e México, cómo era nuestra vida, como es que la mayoría de las veces teníamos que salir a escondidas de nuestras casas. La vez que salí corriendo del jardín cuando me dijo que había alguien que le gustaba sin imaginarme que esa persona era yo, me contó cómo en el hospital mientras estaba sedado lo llame mi amor por primera vez, el momento en que nos confesamos lo que sentíamos, lo felices que nos sentíamos de ser correspondidos, cuando decidimos dejar de escondernos, y el miedo que ambos sentimos al hacer frente a eso, nuestras peleas, nuestras reconciliaciones, todos los momentos juntos.
Por qué no importaba de qué manera sucedieran las cosas, a su lado todo se volvía perfecto.

Pasamos el día visitando distintos lugares, quería mostrarle un poco más de la ciudad. Estuvieron por varios sitios distintos, pensaba con detenimiento que le gustaría conocer, al mismo tiempo que él también buscaba nuevas opciones.

Recuerdo perfectamente que aproveche que él estaba distraído contestando una llamada de su madre para entrar en una joyería, había cosas bastante hermosas. Pero había algo que llamaba mi atención, un hermoso collar con una pequeña placa plateada. Decidí comprarlo y salí del lugar en busca de Emilio que se encontraba buscándome. 

Estuvimos en un museo de arte, fuimos a ver una obra de teatro, fuimos a varios centros comerciales, nos detuvimos en tres heladerias diferentes asegurándonos de probar todos los sabores, tratando de decidir cuál era mejor.

La noche llego y nos detuvimos en nuestro último destino. Cuando bajamos del auto nos encontrábamos en un mirador, se podía ver toda la ciudad desde allí, era el momento exacto en que la ciudad comenzaba a encender sus luces. Estábamos sentados juntos en el suelo, frente a una vista increíble, pero no había nada más hermoso que la persona a mí lado, no había nada que amara más que a él, era todo lo que quería, todo lo que necesitaba.

un brillo propioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora