Malcriado.

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Narrador:

Emilio y Renata se encontraban en la cocina ayudando a doña Mary a preparar el almuerzo, ella le hablaba contándole las recetas e historias de cada uno de los alimentos que estaban preparando, pero él realmente no estaba escuchando, su mente estaba perdida muy lejos de allí.

Pensaba en lo que Andrés le había dicho, palabras que por más que analizaba, que por más que les daba vueltas no lograba comprender. Buscaba una razón que lo llevará a decirle todo aquello pero tampoco estaba seguro de nada. Lo único de lo que tenía certeza es que algo estaba ocurriendo, o que pasaría pronto, que ese algo tenía mucho o todo que ver con Joaquín y su relación. No lo comprendía, todo estaba bien entre ellos, ya no se ocultaban nada, no habían mentiras, sí, eso creía.

Guzmán entro a la cocina llamado su atención, no parecía muy amigable en ese instante.

- ¿Sabes dónde está Joaquín? - preguntó.

- Salió con Nikolas y Andrés.

- ¿Dijo a dónde iban?

- Menciono que era por trabajo.

Asintió. Guzmán salió de allí dirigiéndose nuevamente a la sala de juntas, el televisor estaba encendido en el canal de las noticias. Estaban pasando una nota en la que reportaban a un hombre que herido por una bala, había fallecido, se encontraba en el suelo frente a la entrada de un edificio común.

Pusieron una imagen del hombre para que pudieran reconocerlo, se trataba de Méndez. El encargado del edificio aseguro no haber visto nada, diciendo que no se encontraba en su puesto, no creyó en sus palabras, hablaba titubeante, parecía nervioso, solo quería que las cámaras y reflectores se alejaran de él.
No importaba desde que ángulo lo viera, que perspectiva decidiera tomar, si quiera ser positivo o negativo, todo esa situación tenía el nombre de Joaquín, estaba seguro.

Volvió a llamarlo por quinta vez, los tonos sonaban sin ser atendidos aumentado su frustración, después de lo que pareció una eternidad contesto.

- ¿Por qué no me contestas? - hablo Guzmán, no sonaba contento, no iba a ocultarlo.

Se escuchó un grito de fondo, al igual que personas forcejeando, pronto se escuchó como Nikolas le gritaba que se callara a esa persona, seguido del sonido de un golpe.

- Relájate, estoy ocupado, te llamo después.

- No te atrevas a colgarme Joaquín.... - colgó. - ¡Joaquín!

Corto la llamada. Todo fue muy rápido, lo que escucho era poco, pero suficiente para aumentar su enojo. Volvió a marcar su número pero ahora el celular se encontraba apagado.

- Espero que no estés haciendo una estupidez. - dijo para sí mismo.

[...]

Estaban en un cuarto frío, Joaquín estaba sentado en un sofá frente al hombre que se encontraba sujeto a una silla. El hombre esperaba que hiciera algo, que lo golpeara, le gritara, lo insulta o incluso que lo matara de una vez pero no lo hacía, no había más que silencio en la habitación, al fondo se encontraban Nikolas y Andrés, no podía negar que le sorprendía bastante que se prestarán para aquello, en especial Andrés, que siempre fue el buen chico de entre los tres, el más amable, el más educado, incapaz de herir u ofender a alguien, que equivocado estaba.

Siempre lo vió como un buen chico, tan bondadoso, tan estúpido, tan débil, tan asquerosamente rico. Si Joaquín habría de estar con un hombre por lo menos podía ser con alguien de su mismo nivel social, siempre lo dijo, y hasta ese momento lo mantenía. Y él era el indicado, tan ingenuo que no habría sido difícil apoderarse de todo lo que es suyo, nuevamente, estaba equivocado.

un brillo propioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora