Comencemos.

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Narra Joaquín:

Abri mis ojos nuevamente, por más que lo había intentado no conseguía dormir sin despertar la hora siguiente. La habitación aún se encontraba oscura, realmente no tenía idea si era por qué aún no amanecía o por el grosor de las cortinas.

Sentí unos brazos rodearme por la cintura, encendí la pequeña lámpara que había sobre el buró a mi lado, entonces pude verlo, Emilio estaba descansando, me tranquilizaba un poco el hecho de que al menos él pudiera hacerlo. Comencé a pasar suavemente mis dedos entre su cabello rizado, preguntándome que es lo que estará viendo en sus sueños, me preguntó si dentro de ellos habrá algo de lo que hemos vivido, si dentro de ellos unimos nuestras fuerzas para terminar con la amenaza que nos azota, o si en ellos decide alejarse de mi vida al darse cuenta de que soy muy diferente a lo que le he hecho creer.

Me preguntó qué es lo que pasará por su cabeza, que es lo que piensa de toda esta situación, es algo que en verdad me interesa, algo que por más curiosidad que sienta por dentro no preguntaré, por temor a la que puede ser su respuesta.

Lo observaba con atención, cada facción de su rostro, con el miedo de que en algún momento pudiera olvidarlo o que este se volviera tan lejano a mí que no podría apreciarlo de cerca.

Lo acerque más a mí en un intento desesperado de sentirlo cerca, de saber que estaba aquí a mi lado y que lo seguiría estando como me lo prometió. Solo espero que a diferencia de mí él no me haya mentido, por lo menos no en eso.

Escuchaba su calmada respiración y cuando menos me di cuenta mis ojos comenzaron a cerrarse hasta que por fin caí dormido. 

Escuché un irritante sonido que me hizo salir de mis sueños, uno que estaba disfrutando. No sabía de dónde provenía pero quería que se detuviera ahora mismo.

— Es tu teléfono. — dijo Emilio para después soltar un bostezo.

Abrí mis ojos con pesadez y entonces pude verlo, al parecer el también había despertado gracias a aquel sonido insufrible. Volví a cerrarlos mientras me acurrucaba cerca de él para poder volver a dormir, no tenía humor para hablar con nadie, mucho menos después de interrumpir mientras dormía después de lo mucho que me costó hacerlo.

— Puedes destruirlo y no tendría problema, debe ser Humberto de nuevo. — mi voz sonaba ronca y adormilada.

El celular se encontraba de su lado, yo seguía con mis ojos cerrados tratando de dormir de nuevo. Solo escuché como lo tomo para ver de quién se traba, realmente no tenía problema con ello, cuando el sonido cesó unos segundos después se escucharon notificaciones de mensajes, mi cabeza estaba por explotar.

— Es azul, dice que ya llamo a todos tus hombres y están en camino — sentí abrirse mis ojos de golpe, de pronto todo el cansancio que sentía se esfumó, tome el celular de entre sus manos tratando de no ser brusco mostrando mi desesperación por quitarselo — ¿De que está hablando?

— ¿Ah? Sí, necesito seguridad, que protejan el hotel, la casa, sobre todo a ti.

No era del todo mentira, no podía resguardar la seguridad de todos esos sitios yo solo al mismo tiempo, mucho menos cuando la única que me importa es la de él.

— No es necesario.

— Por supuesto que sí, el desquiciado de Humberto tuviere tu cabeza. — me quedé en silencio unos segundos tratando de pensar si era apropiado que le dijera esto pero necesitaba que estuviera alerta, no podría estar detrás de él siempre — Humberto alardea de muchas cosas, pero jamás a tenido el coraje suficiente para tirar de un gatillo y matar a alguien, buscará a alguien que lo haga y ten por seguro que esa persona no fallara en su tiro rosando tu brazo, te digo esto por qué necesito que estés alerta, no puedo arriesgarme a que te suceda algo.

un brillo propioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora