Tenemos que irnos.

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Narra Joaquín.

Era el momento de avanzar y comenzar una vida juntos, en ese momento no lo pensé dos veces y arranque el auto, manejaba sin rumbo alguno, hasta que nos detuvimos en un hotel a las afueras de la ciudad. 

Ahora mismo nos encontramos dentro de la habitación, Emilio está dormido sobre mi pecho, por más que lo intento no puedo descansar, no puedo darme el lujo de dormir.
Es de madrugada y yo solo lo observó descansar con esa tranquilidad que deja salir, lo amo como jamás he amado a nadie, y sé que él me ama a mí, al punto de que estuvo dispuesto a dejar todo lo que tenía aquí con tal de estar conmigo, su familia, sus amigos, su vida. Lágrimas silenciosas pero igual de dolorosas caían por mis mejillas al saber que conmigo no esta a salvo, no me conoce a mí o mi vida, después de tanto tiempo he vuelto a sentir miedo, tengo miedo de no poder protegerlo, de que Humberto cumpla su palabra y se desquite con él, me aterra el solo pensar que en cualquier momento puedo perderlo.

Intento moverse un poco y pude escuchar como soltaba un quejido, en el acto lastimó su brazo, en ese momento mi dolor se mezcló con la culpa, por qué él estaba así por mí.

Con cuidado de no despertalo salí de la cama y me dirijo a la pequeña sala que tenía la habitación, mi celular comienza a sonar de nuevo como lo ha hecho en el transcurso del día, cada vez que escucho ese maldito sonido me siento peor, la desesperación comienza a crecer dentro de mí, no sé qué hacer, ya no me interesa lo que pase conmigo, pero me preocupa lo que pueda pasar con él, cuando creo por fin tener silencio la pantalla vuelve a encenderse al igual que ese molesto sonido anunciando una llamada de Humberto. El coraje comienza a crecer nuevamente, una llamada tras otra, me he negado a apagar el celular por si llaman los padres de Emilio o Renata, pero Humberto definitivamente esta acabando con mi paciencia.
Después de unos minutos de un doloroso silencio una nueva llamada se hace presente, esta vez era de Liz, la madre de Emilio.

— ¿Joaquín? ¿Están bien? — dijo apenas conteste — ¿Dónde están?¿Cómo está Emilio?

— Él está durmiendo, estamos bien. — por más que intente disimular que estuve llorando no lo logré, mi voz sonaba entre cortada.

— ¿Dónde están? — dijo Juan — ¿Por qué no contestabas? Estamos muy preocupados por ustedes, Joaquín.

— Humberto estuvo llamando — ignore la primera pregunta — bloqueo mi pantalla por completo, lleva así todo el día, debe ser eso.

— Necesitamos saber dónde están, a donde irán, no vamos a dejarlos solos, solo dinos.

— No lo sé, lo llevaré fuera de aquí, yo los mantendré al tanto.

— ¿Seguro que están bien? — no, por supuesto que no lo estoy.

— Sí, tengo que irme, Liz, Juan — un nudo comenzó a formarse en mi garganta y nuevas lágrimas amenazaban con salir, unas que no quería dejar salir. — por favor, cuiden a Renata y a mi madre, no confío en ese hombre.

— Haremos lo posible.

No dije nada más y simplemente colgué apagando el celular antes de que las llamada de Humberto comenzarán a bombardearme de nuevo. Solo pensar en que mi madre y mi hermana estaban en una casa con él me ponía mal, sentía una presión en mi pecho y el nudo en mi garganta se hacía cada vez más fuerte.

Lágrimas amargas y dolorosas salían sin permiso, no sabía que me estaba ocurriendo y tampoco sabía cómo detenerlo, cada vez más se me dificultaba respirar con normalidad, y eso era lo último que necesitaba en estos momentos.  La desesperación que sentía en estos momentos no me dejaba pensar con claridad y solucionar la situación en la que estaba.

Cerré mis ojos tratando de calmarme pero no lo conseguía, mis mejillas estaban calientes y llamas de lágrimas. Sentí como unas manos tomaban las mías y sin abrir los ojos solo las apreté cada vez más.

— Mírame ¿sí? — abrí mis ojos y ahí estaba él sentado frente a mí, intentaba guardar la calma pero podía ver el miedo en sus ojos, sus manos se posaron suavemente en su mejilla y se acercó más a mi rostro — no dejes de mirarme, respira conmigo. 

Inhalaba y mantenia el aire unos segundos para después exhalar lentamente. Intenté seguir su ritmo pero me resultaba más difícil de lo que parecía.
Dejo un pequeño beso en mi frente para después hablar.

— Vamos mi amor, tú puedes — su voz era suave, lo único que necesitaba era escucharlo — hagamos esto juntos.

Repetimos el mismo procedimiento mientras susurraba algunas bonitas palabras que lograban calmarme un poco, después de unos minutos haciéndolo pude respirar con normalidad, pero aún me seguía sintiendo escoria.

Había un silencio en la habitación, sus suaves manos acariciaban dulcemente mis mejillas que aún se encontraban calientes, cerré mis ojos y los apreté en un intento de poder despertar pero no lo conseguía, no podía salir de aquel sueño en el que sólo sentía mi dolor y el de la persona que más amo en el mundo. Solo pude susurrar un lo siento para que un par de lágrimas salieran sin mi permiso, me negaba a abrir los ojos, le negaba a verlo y darme cuenta de que está sufriendo por mi culpa.

Seco mis lágrimas y pronto sus brazos me rodearon en un abrazo lleno de amor que no dude un segundo en corresponder.

— Lo lamento — mi voz dolía y podías notarlo al escucharla — no quería que nada de esto pasará, todo esto es mi culpa, no debí arrastrarte a mis problemas, lo lamento tanto.

— Nada de esto es tu culpa, decidí venir contigo, estamos juntos en esto.

Me aferre más a sus brazos escondiendo mi cara en su cuello, podía inhalar su dulce aroma, soy tan egoísta que no soy capaz de dejarte ir, no soy capaz de irme si no es contigo.

— Tenemos que irnos de la ciudad, no puedo hacer mucho desde aquí, no soy nadie en este sitio, todo lo tengo en Estados Unidos.

Se quedó callado un momento mientras pensaba, temía que pudiera negarse, que me pidiera que lo regresará con su familia, pero es que no puedo hacerlo, ya no está seguro en ese lugar, ninguno de los dos lo esta.

— Confío en ti, iremos allá.

— Cuando estemos allí no importa lo que descubras, no importa lo que te digan, por favor, sigue confiando en mí, solo recuerda lo mucho que te amo y que haría cualquier cosa para protegerte.

Sabía que no comprendía lo que acabo de decir, y por el momento eso es lo mejor. Mientras más alejado este de lo que es mi realidad, menos sera el peligro detrás de él.
Hay tantos secretos detrás de mis palabras, tantos que aún no puedo revelarle por qué eso sería arriesgarme a que se aleje de mí y me niego a perderlo.

Estuve anhelando por meses regresar a la ciudad que me vio crecer, pero ahora que la situación a cambiado el miedo se ha hecho presente, me aterra lo que pueda suceder, pero más aún, lo que pueda sucederle a él.

Solo espero que cuando descubra cómo era nuestra vida, y como lo sigue siendo, aún confíe en mí.
Dejé un pequeño beso un sus labios mostrándole una sonrisa, no quería que se preocupa más.

Todo esto lo hago por qué te amo con todo lo que soy, le rezaré al cielo, mar y tierra para que lo recuerdes pase lo que pase.

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Probablemente nadie lea esto pero extrañe la historia así que volviiii
Antes de que me arrepienta y la borré sjdjs

un brillo propioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora