golden angels hospital

93 9 0
                                    

Narra Joaquín:

Desperté gracias a un molesto dolor de cabeza, los recuerdos del día anterior comienzan a reproducirse como si se tratara de una pésima película. Aún puedo escucharlo. Aún deseo que guardes silencio. No sé cuánto tiempo dormi o en que momento lo hice, pero me siento más cansado de lo que estaba, como si todas mis energía se hubieran esfumado en mi sueños, en los que aún me atormentaba el pasado. Junto a mi pude sentir a Emilio, aún no despierta. Me levanté con cuidado de no levantarlo y salí de la habitación directo a la cocina.

Cada paso que doy me siento peor, sin la fuerza suficiente, el pecho se me oprime, respiro con dificultad, mi cabeza duele a mares y siento palpitaciones en mi brazo, el piso parecía moverse.

Cuando entre a la cocina pude notar a mi nana y su potente mirada sobre mí, dijo algo que no pude entender, solo tome un vaso y lo llené de agua para salir de ahí sin decir nada. Regrese a la habitación para buscar entre mis cajones mis pastillas en un intento de que lograran calmar un poco el irritante dolor.

Tome una ducha y me puse lo primero que encontré, necesitaba salir de ahí, me sentía encerrado a punto de ahogarme en ese ambiente, solo quería irme y evitar sus miradas, sus preguntas, por un momento olvidar que están allí.

Mire a Emilio una vez más, ojalá no hubieras presenciado aquello, solo espero no haber dicho algo fuera de lugar, no recuerdo mucho después de mi ataque, solo su maldita voz hablandome al oído. Solo recordarlo me ponía de pésimo humor. Deje un pequeño beso sobre la mejilla de Emilio y salí de allí.

Cuando por fin estaba afuera de esa maldita casa pude notar como los rayos del sol comenzaban a aparecer en el cielo, el día a penas estaba iniciando. Las personas de seguridad estaban cumpliendo con sus turnos, vigilando los alrededores, por un momento pude sentir sus miradas sobre mí, decidí ignorarlos y comencé a caminar hacia la camioneta, cada paso que daba me sentía peor, el dolor de cabeza seguía ahí, mi respiración aún se me dificulta un poco, podía sentir como el suelo se movía de un lado a otro intentando derribarme. Cuando estaba junto al auto pude notar que el chófer aún no se encontraba ahí.

— Joaquín, ¿Qué haces despierto a esta hora? — dijo Guzmán.

— ¿Dónde está Raúl? — pregunté evitando su cuestionamiento.

— Está durmiendo como la mayoría, y tú también deberías hacerlo — me tomo del brazo — no te ves bien, vamos te acompaño.

— No — me solté de su agarre — dame las llaves, puedo ir yo solo.

— No Joaquín, lo mejor es que regreses y vayas a descansar un poco.

— ¡No! ¡Tú no vas a decirme que hacer y..!

Me ví interrumpido por mi propio cuerpo, se me cortó la voz, mis piernas perdían sus fuerzas, mi cabeza daba vueltas, estuve a punto de caer al suelo pero sentí las manos de Guzmán deteniendo mi caída.

Varios de los hombres de seguridad se acercaron a mí intentando ayudarme, me hablaban pero no podía escucharlos, no entendía lo que decían.

— Iba con... El doctor Johnson. — cerré mis ojos con fuerza tratando de detener todo a mi alrededor, solo veía como las cosas daban vueltas. — dame las llaves. 

— Vamos, yo te llevaré, mi trabajo es mantener tu seguridad y en este estado no te dejaré ir solo a ningún lado jovencito.

Antes de que pudiera decir algo me ayudó a subir al auto, yo estaba en el asiento del copiloto, me puse el cinturón de seguridad esperando a que Guzmán subiera. Desde el auto pude ver como le decía algo a uno de sus hombres, pero no pude escuchar que era y a este punto me importaba muy poco.

un brillo propioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora