Los hombres son fuertes

86 10 1
                                    

Narra Joaquín:

Pude ver el miedo en sus ojos cuando entro al gimnasio, ¿En verdad creyó que la lastimaría? No, no lo haría, no a ella.

Sigue en silencio mientras termina de colocar las vendas, no da indicios de que hablará pronto, lo observaba con atención en espera de algo, cualquier cosa pero no había nada.

— Mi amor, ¿Qué sucede?

— No es nada, te traeré una camisa limpia. — dejo un pequeño beso sobre mis labios y se fue.

Sabía que algo no andaba bien, sé que hay algo que me está ocultando y eso no me agrada para nada, intento mantener la calma, me dirá que sucede, tiene que hacerlo. Solo espero que mis temores no se vuelvan realidad, no tan pronto.

Salí del gimnasio directo hacia la habitación, me inquietaba un poco la repentina actitud de Emilio, necesitaba saber cuál era la razón de todo esto. Cuando entre estaba tomando una camisa de mi closet, yo solo lo miraba desde el marco de la puerta, sé dió vuelta y se sobre salto al verme lo cual aumentaba aún más mi inquietud.

Yo solo lo miré confundido, no sabía que pasaba, no entiendo su reacción, parece estar peleando con algo dentro de su cabeza y en verdad  me interesa saber la razón de esto.

— Estás muy extraño, ¿Qué sucede?

— Nada, solo me asustaste. — se acercó a mí y me dió la camisa — esta es linda.

Antes de que pudiera decir algo entro Azul en compañía del doctor Jhonson, yo solo los mire con el ceño fruncido, estaban dando demasiada importancia a un pequeño corte, un pequeño recuerdo, inconscientemente una sonrisa cínica se formó en mi rostro al recordar eso, la cual se esfumó casi de inmediato.

— Siéntate, ahora — ordenó Azul.

— ¿Qué? No, estas exagerando, estoy bien.

— No era una pregunta hazlo — ella solo me miraba pero yo no obedecía, tiene un carácter fuerte, ese era nuestro problema, que yo también lo tengo.

— Ya te dije que no, ¡Estoy bien! — comenzaba a molestarme, no dejaría que pudieran una aguja en mi piel, estoy bien, ¿Acaso no lo ven?

— Por favor, hazlo — escuché decir a Emilio mientras me tomaba los hombros.

Bufé fastidiado, lo hice, me senté en la cama para que el doctor hiciera lo suyo. Levante la mirada hacia Azul, ella solo me miraba con una sonrisa burlona, tenía tantas ganas de arrancarla de su rostro.

Mi mirada se dirijo al doctor, de un momento a otro tenía una enorme aguja entre sus manos lista para perforar ni piel, podría jurar que conseguí palidecer en el momento en que la ví, nuevamente lleve la mirada hacia Azul, y ahí estaba, esa maldita sonrisa en la que se burlaba de mí. Emilio se sentó a mi lado y en el momento en que la aguja se abrió paso en mi piel cerre los ojos mientras tomaba la mano de Emilio, la apretaba cada vez que la aguja volvía a perforar mi piel, podía escuchar la estúpida risa de Azul.

— Ya deja de llorar pareces una niñita — dijo Azul riendo, abrí los ojos de golpe y la mire, tome la mano del doctor para que se detuviera. Esas palabras trajeron a mi cabeza tantas cosas, tantas palabras hirientes, tantos golpes, tantas lágrimas.

Recuerdos que había intentado eliminar más de un vez, pero que por más que lo intentaba regresaban para atormentarme por un buen rato. Sus ojos se encontraron con los míos y pareció entender lo que había dicho, lo que había provocado en mí, quizá no tenía la intención de lastimarme pero lo hizo abriendo una herida que aún se encontraba inestable.
Sentí como mis ojos se humedecían con lágrimas que no iba a derramar, no ahora. Tomaba la mano de Emilio y la sostenía con más fuerza esa vez, él no decía nada, pero sabía que en el fondo quería hacerlo.

un brillo propioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora