Miedo a estar solos

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«Y ojalá que tus manos nunca sientan la ausencia de las mías.»

Narrador

Ahora.

Habían pasado varias semanas desde aquella noche en la que el castaño terminó en medio de las lágrimas por las duras palabras del rizado.

Llevaba ya algunos meses en la Ciudad, no había vuelto a dirigirle la palabra desde aquella vez, evitaba descaradamente hablar con él.

Liz y Juan habían estado cuidando de los niños a cambio de que tanto Joaquín como Azul pasarán sus días de descanso con ellos, solo querían hacerlos sentir en casa, pero sobretodo recordarle al castaño que no estaba solo.

Ella había hablado con él, quería saber cómo se sentía al respecto, si estaba mejor, no contestó a todas sus preguntas, así como ella no insistió, había partes de las que aún no se sentía listo para hablar.

Todos los fines de semana él y Azul preparaban la comida en casa de sus antiguos suegros, Joaquín no se sentía cómodo pagándole con su simple presencia, por lo que al igual que la rubia utilizaban esos días libres para ayudarles lo más que podían, ya fuera llevando a llevando a Liz al supermercado y ayudarla con las compras o ayudar a Juan cuando quería reparar algo en casa.

Emilio intentaba acercarse a él e intentar hablar para disculparse, no quería hacerlo sentir mal, mucho menos que creyera que se había ido solo porque Joaquín estaba enfermo.

Fueron las mismas veces que se lo impidió, ahora tan solo se sentía una carga de la que su exesposo quiso escapar.

Tyler comenzaba a visitar al rizado con frecuencia, todos los fines de semana estaba ahí para pasar tiempo con él lo que despertaba cierta sensación de celos en el chico de ojos color miel, no decía nada, tan solo hacía su mejor esfuerzo por ignorarlo en lugar de ir y patear al pelinegro fuera de la faz de la tierra.

Emilio sabía que no era su persona favorita, por lo cual jamás menciono que fue él quien le sugirió el divorcio como una opción, de lo contrario no solo estaría muy enojado con él por hacerle caso, sino que le daría la paliza de su vida a Tyler.

Sin contar el remate que les daría Azul tanto a él como a su amigo, a uno por destrozar al castaño y al otro por meterse donde no debía.

Prefería guardar silencio y evitar lo que podría ser un desastre.

Era un domingo, de esos fines de semana que la pequeña familia del castaño pasaba con los señores Marcos, está ocasión era para celebrar el cumpleaños de los pequeños Bondoni.

Liz había preparado una reunión con los demás vecinos para crear lo más parecido a una fiesta infantil, ellos eran los únicos niños en la privada, todos estaban más que contentos de asistir, eran ellos quienes le traían vida al lugar.

Era un hermoso día, por lo que todo había sido organizado a fuera. Joaquín ayudaba a Liz a acomodar las mesas mientras Azul ayudaba a Juan con las conexiones de las luces y el sonido.

Tyler y Emilio habían sido obligados a mantener una sonrisa y ayudar sin quejarse, en especial el rizado, obedeció esperando que Joaquín lo notará y ya no estuviera enojado.

Liz había invitado a todos, incluso a Félix, el castaño tenía parte de su atención sobre él, no quería perderlo de vista y que hiciera alguna tontería.

En especial por qué estaba con sus hijos ayudándolos a recibir los regalos y ponerlos sobre la mesa, algunos eran demasiado grandes para que ella los cargarán, se había disculpado sinceramente con ellos por haberlos herido con aquella pregunta, lo hizo frente a Joaquín pero aún no se tragaba su cuento.

un brillo propioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora