Intentar.

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Ahora.

Había pasado un par de meses desde que su divorcio se volvió oficial, en los que ambos estaban legalmente separados.

Fueron semanas difíciles para ambos, cada uno enfrentándolo a su manera, intentando sobrellevar su propio dolor lejos del otro.

La noticia de Joaquín teniendo dos hijos que salieron de la nada escapó a la luz robándose más de una portada, él no estaba de acuerdo en lo absoluto con nada de eso, sus abogados habían puesto más de una demanda a todos los medios de comunicación que estaban publicando esas notas por invasión a la privacidad.

Hasta el momento Joaquín se había negado a hablar al respecto, no contestaba las preguntas y de ninguna manera permitía que quisieran lanzarse sobre sus hijos en busca de respuestas.

Ellos aún estaban mal por la muerte de su madre, y por la tristeza que invadía a su padre, él estaba haciendo su mejor esfuerzo por estar bien y poder cuidar de ellos, de lo contrario, podrían separarlos de su lado por seguir siendo una persona inestable incapaz de cuidar otras dos vidas.

Le aterraba que eso sucediera, y había sido su propia madre quien le dijo que sería ella quien se haría cargo de los pequeños si eso sucedía, le había dolido saber que a su madre le había pasado lo la cabeza quitarle a sus hijos, pero lo estaba haciendo por su salud mental y la estabilidad de los niños.

Sus sesiones con Zuria habían vuelto, la diferencia era que está vez lo hizo por su propia cuenta, por qué no quería perder de nuevo a alguien a quien ama. Estaba siguiendo su tratamiento al pie de la letra, estaba tan ocupado buscando la manera de encontrar el bienestar de sus hijos y ser el padre que ellos merecen que no había tenido el tiempo de pensar en su divorcio.

Eso era bueno, porque de alguna manera distraía a su cabeza del dolor que aquello le causaba, silenciaba a todas esas voces que repetían las palabras de Emilio.

Durante ese par de meses no habían tenido contacto alguno, las primeras semanas lo había llamado con la desesperación inundando su ser, quería escucharlo, decirle lo mucho que lo ama, cuánto lo ha extrañado.

Pero no contestaba sus mensajes y mucho menos sus llamadas hasta que simplemente dejo de hacerlo, convencido de que Emilio no quería saber nada de él.

Elizabeth sabia que no la estaba pasando para nada bien, sin embargo, se mantenía en silencio, Joaquín aun no sabia que había sido ella la responsable de que las cosas fueran tan rápido, y tampoco iba a saberlo, al menos no de sus labios, completamente convencida de que fue lo mejor que le pudo haber pasado, porque ahora que se dedicaba mas a sus hijos, no hacia falta que le recordaran su medicamentos, ni que lo obligaran a ir a sus sesiones con Zuria, que comiera algo ya no era un reto, no vivía encerrado en su habitación, en verdad lo estaba intentando, se estaba esforzando por ser eso mejor que con Emilio no pudo y su madre no podía estar mas contenta de ello.

Mientras que Joaquín estaba haciendo todo lo posible por no pensar demasiado en si mismo, tenia gran parte de su tiempo dedicado a Jane y Ethan, porque quería recordarles que no se habían quedado solos, sino que tenían a un padre que los amaba, una tía que los consentía, a sus amigos que los adoraban y a dos abuelos fantásticos que ayudaban en su cuidado.

Los niños ahora vivian en casa con él, al menos ya no sentia tanta ausencia en su cama porque los pequeños siempre estaban ahi durmiendo a su lado la mañana siguiente, no importaba que tan seguro estuviera de haberlos dejado descansando en sus propias camas la noche anterior.

Jamás decía nada al respecto, no se molestaba con ellos no los enviaba de vuelta, ellos estaban sintiendo la ausencia de su madre, y solo estaban buscando afecto de parte de su padre.

un brillo propioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora