Narrador:
Las gotas de lluvia seguían cayendo producto de la tormenta anterior, el viento aún azotaba Los Ángeles poniéndola más fría de lo habitual, del otro lado de esta bella ciudad se encontraba un gran edificio. Dentro de la sala de juntas se encontraba un hombre mayor, su cabello era negro apenas coloreado por las canas, sus ojos oscuros como la noche, su mirada furiosa lanzando llamas ardientes, portaba un fino traje color gris, sentado en su silla mientras miraba a sus hombres al rededor de la enorme mesa. Todos guardaban completo silencio en espera de que él dijera algo.
Estaba molesto tras lo que acaba de escuchar, intentando contenerse para no ser impulsivo, pero estaba siendo muy difícil, la rábia comenzaba a recorrer sus venas. Sus manos estaban cerradas en apretados puños, sus nudillos comenzaban a tornarse blancos, la vena en su frente comenzaba a ser notoria. Con fuerza golpeó la mesa, provocando un fuerte estruendo que rebotó por la habitación, ganándose la atención de todos.
— Tres hombres, envié a tres hombres y después se convirtieron en quince, ¡Quince! — los miraba a todos, su voz era dura, enojada. — y un estúpido niño malcriado de dieciocho años los venció, ¡Por un demonio! ¡Quiero que me lo traigan!
— No quiero contradecirte. — hablo Steve, el hombre que se encontraba a su derecha. — pero tú mismo lo dijiste, es solo un niño, quizá estás exagerando, ¿Que tanto puede hacer?
— ¡Ese niño mato a mi hijo! — golpeó la mesa de nuevo para ponerse de pie. — ¡No es ningún ingenuo, era él quien desaparecía los errores de Humberto! ¡Mato a uno de mis mejores hombres e hirió a dos en una sola tarde! — su voz salía a gritos llenos de rabia, llenos de coraje. — ¡Era nuestra oportunidad! ¡Maldita sea, estaba solo! ¡Ni siquiera estaba armado y aún así logro dejarlos como idiotas!
Comenzó a buscar en sus bolsillos para después poner sobre la mesa una fotografía, en ella había un chico de piel morena, con rizos largos y oscuros, cejas definidas, ojos marrones, una nariz recta, tenía labios delgados, había una gran sonrisa en su rostro que dejaba ver sus dientes de conejo.
Todos en la mesa miraban la fotografía totalmente confundidos, mientras que aquel hombre comenzaba a llenar un vaso con su peculiar bebida alcohólica. Steve tomo la foto para poder analizarla, esperando que no le pidiera lo que estaba cruzando por su mente.
— ¿Quién es el muchacho? — preguntó.
— Es la razón por la que comenzó todo, por su maldita culpa mi hijo ya no está, se encuentra aquí en Los Ángeles, su nombre es Emilio Marcos. — regreso a la mesa para tomar asiento y dirigirse a todos allí. — no me importa como, pero quiero que me lo traigan.
— ¡Este no era el plan, Reyes! — dijo Steve mientras se ponía de pie. — solo son niños, y ahora estás involucrando a unos más.
— Cambie de opinión. — dijo mirando. — tráelo, veremos qué tanto le importa a su noviecito, si no pudieron llegar a Joaquín, Joaquín llegará a mí por su cuenta, los quiero con vida, a ambos.
Steve lo miraba con rotundo desacuerdo, no quería hacer esto, para él tan solo eran unos niños, conocía a Joaquín, sabía todo lo que había hecho a lo largo de su vida, conocía su historial, era conciente de sus habilidades, de su destreza, su ausencia de temor a la hora de pelear, su ausencia de duda a la hora de tirar de un gatillo, sabía que tenía agallas, que podía defenderse, de lo que era capaz. Lo sabía perfectamente gracias a la amistad que en algún momento llegaron a tener. Pero también sabía que ahora tenía un punto débil del cual Reyes quería sacar ventaja, y ese era Emilio.
[...]
En la otra punta de la ciudad estaba la enorme casa de Joaquín, su equipo de seguridad se encontraba más alerta que nunca a pedido de Guzmán, pues sabía que la persona detrás de su cabeza era peligrosa.
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un brillo propio
Random- ¿Sabes por que el sol y la luna son tan hermosos? - Por que tienen un brillo propio, el cual los hace únicos, como tú...... ¿Joaquín será capas de enfrentar a sus padres por amor? ¿El amor que sienten podrá soportarlo? ¿El sentimiento es real? Son...